Madryn

El relato de la solidaridad

En política, cuando se intentan construir (o reconstruir) identidades en colectivos se comienza a trabajar sobre un “relato político”. Éste actúa a modo de historia capaz de persuadir, movilizar y seducir a los ciudadanos, de forma que los compromete y encolumna a muchos de ellos bajo esa fantasía distanciada en demasía de la realidad. El relato tiene la capacidad de proponer y definir una clara visión sobre el pasado y establecer, de forma hegemónica, identidades marcadas entre el “ellos” y el “nosotros”, a fin de establecer una distancia de poder suficiente que le permita al creador del relato, operar en función de sus intereses.

El Kirchnerismo ha sido capaz de construir fuertes relatos políticos para ocultar sus graves falencias institucionales y económicas con el único fin de sostenerse en el poder. Así es entonces, por ejemplo, que para poder ocultar datos objetivos y estadísticos de la realidad dijeron en su momento que los índices de pobreza eran “estigmatizantes” para un sector de la población, o bien que estábamos creciendo a tasas chinas y a gran velocidad.

En esta gestión recién iniciada, con Alberto Fernández a la cabeza, se continúa escribiendo un capítulo más de este relato, que en muchos aspectos intenta distanciarse del anterior, pero lleva consigo a la protagonista de las décadas “K” en Argentina. Contradictoriamente a querer cerrar la grieta, es conveniente para este grupo y para su modo de actuar, alimentarla. El esquema binario “amigo – enemigo” es lo que acaba siendo de utilidad para sostenerse sobre valores vacíos generales.

En los discursos que construyen el relato, es muy común que se utilicen palabras aspiracionales, carentes de contenido y atravesadas constantemente por confrontaciones entre los “buenos” y los “malos”, y en una re versión: entre “los solidarios” y “los no solidarios”. También es típico recurrir a elementos ya instalados, y si había una línea argumental familiar y ya instalada en la cultura popular de la que aferrarse, era la idea de “solidaridad” unida a la de “reactivación”, plateando un objetivo y marcando un camino vacío para intentar lograrlo.

No es inocente emplear esta palabra para titular un mega – proyecto de ley que trae consigo medidas altamente perjudiciales para los sectores productivos, los únicos capaces de movilizar la economía argentina, que cuyas consecuencias decantaran, inevitablemente, en los ciudadanos de a pie, afectando sus ingresos y capacidades de compra, condicionando sus posibilidades en medio de un contexto económico y social complejo. Este proyecto intenta destruir una cadena de poder institucional que responde a los valores republicanos que todos debemos defender, puesto es la base de nuestra vida en sociedad.

Pero, volviendo al uso de las palabras en la construcción de un relato, cuando hablamos de solidaridad automáticamente se activan muchos de nuestros sentidos y emociones, ya que tendemos a asociarla con acontecimientos reconfortantes y que apelan a la moralidad y a la comunidad. Es por eso entonces, que se trata de una palabra eficaz para ocultar la gravedad de estas medidas y movilizar así a las masas para defenderlas y militarlas, inclusive cuando entran en una profunda contradicción con argumentos sostenidos anteriormente. Para lograr la inserción en el subconsciente social deben lograrse las frases justas, y si es necesario vaciarlas de contenido para transformaras en un lema o slogan que sea capaz de ser sostenido a pesar de las constantes paradojas que se presenten.

Share and Enjoy !