Opinión

Tiempo de alucinaciones

Hace dos años la palabra “inflación” o “aumento de precios” no existía en el vocabulario callejero. Ese de todos los días, el del ama de casa, la que estudia el territorio y la atmósfera cada vez que se tiene que dirigir al supermercado o al mercadito del barrio. “Esto no puede ser ya nos parecemos a los tiempos de la crisis de De La Rúa”, decía una señora de la zona del Valle.

En ese entonces de produjo un gran desabastecimiento de los productos alimentarios sumado a  un fuerte aumento de los combustibles y los servicios de transporte. Y ese entonces, al menos para el idioma callejero comenzó lentamente a recordarse en el presente.

Hace un año, la inflación no figuraba en discursos políticos ni era tenido en cuenta por los principales representantes de los gobiernos, tanto nacional como provincial. Y sorpresivamente de la noche a la mañana, algunos funcionarios comenzaron a reconocer su existencia y lo peor, tratan cada día de “cuidar los precios” de diversos artículos para que su valores no se disparen, para que en el índice se pueda exhibir una considerable baja en la inflación. Lo que se observa es que intentan dibujar un tiempo de ajuste, para no tener que amortiguar una caída económica que complique definitivamente el bolsillo de la comunidad, y se genere la bronca unánime de la sociedad que por el momento, todavía por el momento;  se mantiene masticando bronca,  expectante. Pese a todo, cree que la esperanza es lo último que se tiene que perder.

Pese a que los salarios de los trabajadores no se encuentran acorde a una canasta familiar cada vez más complicada y sus “puentes sindicales” buscan generar calma en “encuentros ficticios paritarios” adecuándose a las exigencias del poder, todavía existe un mínimo aire de optimismo demostrando que estamos en una atmósfera enrarecida, un tiempo de indefiniciones, algo nublado.

Mientras tanto, la gente comenzó a tener gestos de desamparo, entre la inestabilidad económica, con niveles de violencia que terminan generando importantes casos de inseguridad sin respuestas a sus preguntas, -en algunos casos perdiendo seres queridos- y sin soluciones concretas. El 10 de diciembre del 2015 hicieron creer que un país distinto podía ser posible, pero desde hace cinco meses todo quedó al descubierto y supimos que era sólo una alucinación.

 

Sodex

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