Los ciudadanos y los políticos debemos reflexionar sobre nuestras propias conductas, es saludable para la democracia y para la vida.
El hipócrita finge, simula, se agazapa y miente, actúa y sobre actúa, embauca y mete a los demás en su juego, manipula y manda a otros a decir lo que no se anima a decir, construye un personaje, a veces ridículo. Todo en el hipócrita es falso.
La hipocresía esconde la vileza, la hipocresía es un canto a la traición. La hipocresía es artera como la guadaña de la muerte, que corta en el momento menos esperado la esperanza.
El hipócrita miente, y toma pedazos de verdad para construir falsedades creíbles. El hipócrita hiere en silencio, incluso hasta a su propio honor, que se pudre en la falsedad del juego hipócrita. Al hipócrita eso no le importa, igual juega, no importe a quien traicione y mienta. Al hipócrita solo lo anima su propio egoísmo y satisfacción. A veces parece que la hipocresía nos inunda, y lo peor de todo es que la aceptamos como un espectáculo normal.
Ser hipócrita es más asqueroso que el que te dice las cosas de frente y no anda con vueltas; pero claro, cuando se dicen las cosas de frente hay que asumir las consecuencias y parece que lo políticamente correcto es decir cosas endulzadas para que no caigan mal, y no tener que pagar costos. Decir las cosas de frente es autoritario para el hipócrita, que no se anima a ir de frente.
Empujar a quienes viven en situaciones de desgracia a que cometan actos que jamás harían, ya no es de hipócrita, es de mal nacido, pero se encuadra en una conducta habitual de hipocresía, creyendo que nadie se da cuenta.
Solo con la lealtad y el compromiso a quienes uno ama y y dice defender se puede caminar por la calle mirando a la gente a los ojos, sin nada que esconder.
Es tiempo de abrir los ojos como ciudadanos y reflexionar.
Solo con la verdad se construye. Solo con la verdad superamos las miserias humanas. Solo desde la verdad se proyecta el bien. Estamos a tiempo de poder transformarnos en seres humanos con el espíritu de sinceridad a flor de piel, para que la sociedad refleje esa vitalidad todos los días un poco más.
Merecemos vivir mejor. Todos, no importa el color político, sin hipocresía.
Un abrazo desde la reflexión, Marcial Paz