En su discurso de asunción el 10 de diciembre de 2015, el presidente Mauricio Macri apostó a que “el bienestar que deseamos” para los 40 millones de argentinos “está por venir” pero no dijo ni cuando y ni donde.
Lo que sí tiene en claro Macri que la solución para los tarifazos es poder entender que esta bendita “Argentina hoy necesita que cada uno de nosotros sea responsable y que consumamos menos”, según afirmó en julio del 2016 en una de las tantas acciones mediáticas que viene realizando.
Realmente, la llegada a la presidencia del hijo del “gran empresario” fue un hecho inesperado para muchos. Luego de doce años de gobierno peronista, no todos creían que podía ganarle en las elecciones de hace dos años a Daniel Scioli y que de repente todo el país estuviera conducido, bien o mal; por otro signo político.
Y casi dos años más tarde, parte de la Argentina siente una realidad de “estancamiento” donde lo más importante para el conductor principal del gobierno nacional es “prestarle el oído” a un consultor ecuatoriano y fundamentalmente a sus “grandes amigos empresarios” que lentamente se introducen en varias decisiones, sobre todo las que tengan que ver con el neoliberalismo o mejor dicho, un estilo económico que le abre las puertas a un 100% al ajuste capitalista.
Mientras tanto, cuarenta millones de argentinos aún tienen una mínima esperanza que al primer mandatario nacional se le ocurra alguna buena idea para salir de una crisis económica que está aplastando al trabajador, destruyendo a las pymes y dejando cada vez más vulnerables en un país que supo ser la envidia del exterior en otros tiempos donde se combatía al capital; donde no existía en el diálogo diario la palabra desocupación y el comentario de la vecina de que “no se llega a fin de mes, la plata no alcanza”.
Veremos si tarde o temprano se sale a flote o nos hundimos definitivamente como ocurrió hace 16 años.