NOTA DE OPINION Arquitecto Carlos Enrique Sanabra ¿Por qué Madryn creció hacia el Oeste, alejándose del mar, sobre tierras bajas, inundables en algunos casos, sin mayor atractivo natural y sin generar un diseño urbano interesante? ¿Por qué los madrynenses renunciamos a vivir a orillas del Golfo Nuevo? ¿Por qué Madryn crece apretado con parcelas de 10 x 20 y calles con calzadas de apenas 9 metros? ¿Por qué abandonamos los sabios criterios del trazado original del Ingeniero Allan Lea con calles de 20 metros de ancho y calzadas de 14, con manzanas regulares de 100 x 100 metros, con parcelas de 15 x 50 y 20 x50 metros? ¿Por qué solo ocupamos unos 10 kilómetros de costa (puerto incluido) cuando nuestro territorio municipal tiene 60 kilómetros de extensión sobre el Golfo Nuevo? ¿Por qué renunciamos a ocupar la gran cantidad de espacios de gran belleza que nos ofrece la topografía de nuestro territorio? ¿Por qué nuestros parques industriales son áreas abandonadas cuando miles de madrynenses pasan en esos lugares miles de horas de trabajo productivo? ¿Por qué toleramos sin cuestionamiento alguno un claro deterioro ambiental producto del polvo en suspensión que se genera en miles de cuadras sin pavimento mientras aceptamos con pasividad limitaciones absurdas bajo el rótulo de áreas protegidas? Si Ud. cree –como yo- que estos interrogantes son consecuencia de erradas decisiones de nuestros políticos en los últimos quince años, vamos a coincidir que necesitamos un Plan para nuestra Ciudad, un plan verdaderamente ambiental., apropiado a nuestro territorio, a nuestro clima y a nuestro modo de vivir. Para sentar las bases del nuevo plan, hay que reconocer el territorio donde vivimos. Madryn está localizada sobre la mayor planicie del litoral del Golfo Nuevo, extendida sobre unos 60 kilómetros de borde marítimo con un relieve topográfico que desciende desde los 130 metros de altura del último escalón de la meseta patagónica al mar. Esta conformación le confiere a nuestro territorio la característica de gigantesco anfiteatro al Golfo Nuevo, con una superficie aproximada de 36.000 hectáreas de las cuales ocupamos el 10 %. Es decir, no solo la tierra no es un recurso escaso sino que además presenta numerosos sitios atractivos para localizar funciones urbanas. Luego, hay que reconocer el clima que da forma a nuestro paisaje natural. Pocas lluvias, clima seco y ventoso da como resultado un paisaje árido y frágil, poco propicio para el desarrollo de la vida del hombre. Al exceso de sol y la falta de humedad hay que agregar el peligro de los aluviones por la particular conformación topográfica citada. Los vientos incrementan el polvo en suspensión complicando aún más las condiciones para la vida urbana. No obstante, en similares condiciones grandes ciudades han crecido, se han desarrollado y evolucionado con una excelente calidad de vida para sus habitantes (la ciudad de Mendoza por ejemplo). Pero para ello han tenido que imaginar formas, técnicas y patrones de adaptación y control del clima –reales y concretas y no simples slongans del marketing turístico-. Finalmente, hay que reconocer un modo deseable de vivir en Madryn, revisando con espíritu crítico nuestra experiencia pasada con el fin de identificar contribuciones positivas y negativas, sumando las aspiraciones de los nuevos madrynenses. Si asumimos como errados aquellos interrogantes que inician el presente comentario y corregimos ese rumbo por lo opuesto, tenemos una buena base para definir un nuevo plan para nuestra Ciudad. ¿Por qué no imaginar un Madryn creciendo a lo largo de nuestro Golfo, en forma aterrazada aprovechando nuestra topografía, con parcelas de 800 y 1.000 metros cuadrados, conectados por calles de 20 metros con calzadas de 14, con todas sus calles pavimentadas, con sus parques industriales tratados como parques verdes urbanos, con nuevos centros comercial planificados en lugares estratégicos del territorio? ¿Por qué no generar una “ciudad – bosque” que nos genere sombra y reparo, que mejore el clima de la ciudad y el paisaje urbano, en fin… construir un oasis verde en el desierto patagónico y a orillas del Golfo? Hay quienes opinan que una propuesta como la expresada resulta inconveniente porque supone mayor consumo de territorio y mayor costo de servicio. A mí me parece una opinión prejuiciosa y mezquina. Prejuiciosa porque se afirma como verdad absoluta sin llevar a cabo los análisis económicos correspondientes, especialmente con respecto a los servicios (*) y mezquina porque por una cuestión de bajar costos de inversión inicial en servicios, condenamos a los madrynenses del futuro a vivir con menor calidad de vida. Me recuerda aquella decisión de reducir el ancho del pavimento de 14 a 9 metros para hacer más cuadras pavimentadas- Hoy sufrimos todos los madrynenses ese “inteligente” aprovechamiento de la inversión. (*) La traza de los servicios públicos (el acueducto, el gasoducto y el anillado eléctrico en proyecto) atraviesan el territorio municipal linealmente de Sur a Norte.