Desde hace cinco meses las palabras violentas se han hecho dueñas de toda declaración política que se entremezcla con causas judiciales y sobre todo con aquellos aparentes hechos de corrupción de un gobierno que se fue y otro que está. Esa triste historia que se repite.
Y si bien algunos fueron al banquillo de los acusados y otros lo están conociendo; lo más importante en estos momentos es poder escuchar a la vox populi que se siente apabullada y lejos de ser representada por estos duros protagonistas que sólo piensan en “revanchas extremas” y que de alguna manera recuerdan a tiempos pasados que parecían olvidados. Y que están a un paso de la constante persecución por pensar distinto y por no poder reconocer que pudieron haber tenido errores y que, en ciertas oportunidades, estaría perfecto tratar de remediarlas a través del diálogo, una profunda charla de café o de mate, como mejor le guste. Pero también tener en claro que la denuncia tiene que tener un espacio para analizar y no para generar odios eternos.
“Lo peor que ha tenido la política en Chubut en los últimos cinco años es la necesidad de ensuciar al otro por ensuciarlo nomás y no poder entenderse en beneficio de la sociedad y su bienestar. Se perdió el objetivo central que nos lleva a incursionar en la política”, dijo uno de los jóvenes referentes justicialistas de una Corriente Nacional que habita en el Valle del Chubut.
Tal vez, exista todavía una oportunidad para entender que si bien pueden existir diferencias entre las personas tampoco son fundamentos para terminar agigantando los resquebrajamientos que hoy están en la comunidad, -más allá de una situación complicada en la vida diaria- y buscar por todos los caminos el final de estos días de furia.
Esperemos que la esperanza nos muestre otra realidad, mucho mejor y en paz. Por el bien de los ciudadanos y el futuro de la política.