El objetivo 90-90-90 aprobado por los gobiernos en 2014 pretende conseguir que el 90% de las personas con el VIH estén diagnosticadas, que el 90% de las personas diagnosticadas del VIH tomen tratamiento y que el 90% de las personas en tratamiento tengan una carga viral indetectable.
En la conferencia AIDS 2018, Jennifer Kates, de la Fundación Kaiser Family, presentó datos procedentes de un reciente informe conjunto con ONUSIDA, además de otros tres estudios que reflejan que, en general, la financiación de los gobiernos donantes se ha estancado en gran medida y, de hecho, en 2017, ocho de 14 gobiernos han reducido su gasto mundial en la lucha contra el VIH.
Un estudio de la Facultad de Salud Pública TH Chan de Harvard indicó que de los 48.000 millones de dólares gastados por 188 países en la lucha contra el VIH en 2015, el 62% procedía de la inversión de los gobiernos locales y el 30% de fondos para la ayuda al desarrollo. Sin embargo, en los países que tienen una prevalencia elevada del VIH, casi el 80% de la financiación provino de la ayuda al desarrollo, lo que hace que estos países sean vulnerables frente a cualquier reducción en las ayudas.
Deepak Mattur, de ONUSIDA, presentó un análisis de los datos de 112 países de ingresos bajos y medios y se comprobó que a pesar de que casi todas las regiones del mundo aumentaron sus recursos propios en la lucha contra el VIH, el incremento más bajo (33%) se produjo en la región de Europa del Este y Asia Central. “Ya estamos casi un 20% por debajo de los fondos necesarios para poder cumplir los objetivos de 2020”, declaró.
Sin embargo, John Stover, de Avenir Health, presentó un documento en el que se sostenía que asignar los recursos de un modo más focalizado podría mejorar el coste-efectividad en 25% aproximadamente en los 55 países de ingresos bajos y medios, donde se registran en torno al 90% de las nuevas infecciones por el VIH.