Hace 29 años, el entonces gobernador Néstor Perl tuvo que renunciar a su función por decisión de un juicio político en una situación parecida a la que está sumergida la sociedad chubutense desde hace más de tres meses.
En este presente, la figura gobernante, Mariano Arcioni pretende tener la suerte que de llegar a la Presidencia de la Nación, Alberto Fernández -el “candidato de todos”- puede darle “la mano” para terminar con una crisis económica social que a superó a la sufrida en el año 1990.
Mientras tanto, las contradicciones en cada declaración de los funcionarios provinciales, las trece semanas sin dictado de clases, la falta de responsabilidad de no pagar los salarios en tiempo y forma, el funcionamiento irregular de la obra social SEROS y la retención de servicios en la mayoría de los hospitales; forman parte del paisaje de la provincia del Chubut.
Y ante esta situación, existe una gestión gubernamental que vive otra realidad a la del “hombre de a pie”, con inconstantes decisiones sin sentido y que simplemente logran potenciar la crisis y la bronca de la sociedad.
Todo parece formar parte de un film dramático, esperando que no se convierta en tragedia como “Titanic”, aunque no hay esperanzas de que eso cambie. Estamos condenados a estar más cerca de hundirnos en el océano que de encontrar prontamente la orilla que nos ampare.