Madryn

La primera recomendación es evitar confusiones entre VIH y sida

Hablamos de VIH cuando la persona se realiza la prueba y se detecta la presencia de anticuerpos en la sangre. El resultado sería “presencia de anticuerpos contra el VIH” o también llamado, seropositivo; esto no significa persona con sida.

El sida es una condición clínica; un conjunto de síntomas o enfermedades que presenta la persona con VIH que demuestra el daño que el virus ha hecho en el sistema inmunológico, impidiéndole al organismo defenderse de algunas infecciones.

Más allá de los términos específicos para el abordaje del VIH, existen normas básicas que constituyen un marco ético aplicable a cualquier medio de comunicación, espacios públicos y privados.

La Ley 238 o Ley de Promoción, Protección y Defensa de los Derechos Humanos ante el sida, tiene como objetivo el respeto, promoción, protección y defensa de los derechos humanos. El fundamento de sus disposiciones son el derecho a la vida y a la salud.

Esta Ley en su artículo 3 expresa que en la prevención y control del VIH, se deben garantizar la no discriminación, la confidencialidad y la autonomía personal

Adolescencia, Juventud y VIH

Como parte del abordaje en los medios de comunicación, valoramos la importancia de reconocer algunos enfoques que no podemos omitir en la cobertura de notas o en la producción de recursos periodísticos. Uno de ellos es el eje Adolescencia, Juventud y VIH.

La llegada de la adolescencia y la juventud biológicamente significan el transcurso en cuerpo y mente de pasar de la niñez a la adultez. En la actualidad ser adolescente y joven representa muchos retos que exigen una conciencia y acción constante.

El VIH representa parte de este reto, detener el curso de la epidemia en todas sus expresiones, aún cuando la cifras muestran que, en un período de más de 25 años, más de 60 millones de personas han adquirido el VIH, la mitad tienen entre 15 y los 24 años de edad. El virus no puede ganarle a la audacia de ser adolescente o joven.

¿Por qué la adolescencia y la juventud?

Las razones son diversas; tienen que ver con la ciudad, las personas y la condición en que cada uno vive, por eso, algunos adolescentes y jóvenes son más vulnerables a la infección que otros.

En nuestros medios de comunicación podemos analizar algunos factores muy importantes, por ejemplo; falta de acceso a las escuelas. Si no hay educación, no hay conciencia del cambio de niñez – adolescente – joven, cambios físicos y emociones vividas. Situaciones muy comunes en el hogar por todo el proceso que se vive.

Falta de educación sexual en la casa y la escuela.

Nuestra cultura es rica en diversidad pero también en tabúes, no nos deja mostrar las verdaderas vivencias de la sexualidad a la adolescencia y juventud. Se les ha ocultado los derechos y deberes en su sexualidad. Lo cual lleva a prácticas de riesgos y poca percepción de riesgo.

Los prejuicios sociales relacionados con la sexualidad y la educación sexual dificultan obtener informaciones necesarias para protegerse del virus.

Situaciones de explotación y abuso de poder.

En una relación de pareja con diferencias de edades, donde la persona adolescente o joven es menor, existen muy pocas posibilidades de negociar acciones para su bienestar, llámese; demandar abstinencia, fidelidad o el uso del condón. Lo cual lleva a cuestionar el tipo de relación vivida, es decir, que la explotación sexual o abuso de poder puede estar enmascarado en una “noviazgo con diferencias de edades”.

Existen muchos prejuicios entorno a la adolescencia y juventud, el decir que son rebeldes, inmaduros, irresponsables e consientes de la realidad solamente crea una barrera que limita el desarrollo de capacidades que poseen no sólo como adolescentes y jóvenes sino como personas.

Recordemos que a pesar de existir cada vez más prevalencia e incidencia del VIH, en la adolescencia y juventud, no es adecuado agruparlos como grupos de riesgo, pues realmente, debido al poco acceso a la educación e información sexual, lo que existen son prácticas de riesgo.

No existen grupos de riesgo específicos, cualquier persona puede tener conductas de riesgo. Sin embargo, es importante aclarar que el tema de adolescencia y juventud debe tener un lugar especial en nuestras agendas comunicacionales porque son grupos vulnerables a violación de sus derechos humanos, a explotación sexual comercial, a trata de personas, a iniciar las relaciones sexuales sin la información adecuada.

¿Cuál es entonces el reto como medios de comunicación

Tratemos de escuchar las propuestas que tienen la adolescencia y juventud, qué piensan, si están conformes con la cantidad de información y campañas que les hemos enviado. Probablemente estamos cumpliendo con nuestra misión de ser emisores, pero lo más difícil es ser receptores y crear la retroalimentación con nuestro público.

Promover campañas para que la información llegue a más niñas, niños y adolescentes.

Que las y los adolescentes tengan mayor acceso a los servicios públicos de salud.

Que los Medios de Comunicación utilicen como agentes de cambio y socialización, su poder para llevar información integral, científica y oportuna, educación con enfoque de habilidades para la vida y servicios de salud al alcance de la adolescencia y juventud.

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