Hace 30 años, el entonces gobernador del Chubut, Néstor Perl tuvo que renunciar a su función por decisión de un juicio político en una situación parecida a la que está sumergida la sociedad chubutense desde hace más de dos años.
En este presente, la figura gobernante, Mariano Arcioni pretende tener la suerte de que el Presidente de la Nación, Alberto Fernández puede darle “las soluciones” para terminar con una crisis económica social que ya es histórica y la primera que muestra a un gobernante que no pagó el medio aguinaldo.
Lo que jamás se imaginó el Gobernador es que desde la Nación le reclamen “tener las cosas y las cuentas claras” si desea un auxilio permanente.
Mientras tanto, las contradicciones en cada declaración de los funcionarios provinciales, las 16 semanas sin dictado de clases, la falta de responsabilidad de no pagar los salarios en tiempo y forma y la retención de servicios en la mayoría de los hospitales; forman parte del paisaje de la provincia del Chubut que en el 2020 continúa con el protagonismo de los trabajadores y su reclamo callejero.
Y ante esta situación, existe una gestión gubernamental que vive otra realidad a la del “hombre de a pie”, con inconstantes decisiones sin sentido y que simplemente logran potenciar la bronca de la sociedad.
Ya muchos comienzan a pensar si realmente este equipo de Gobierno provincial no tiene los días contados, pese a que algunos son nuevos en el cargo con apenas un mes y otros se entremezclaron para tratar de sobrevivir, al menos políticamente. Y además, para seguir teniendo la posibilidad de seguir cobrando un buen sueldo.
Todo parece formar parte de un film dramático, donde no se sabe cómo será el final. Tal vez, una tragedia o un cierre de terror por como se está viendo el presente.