Una investigadora del CONICET encuentra y analiza evidencias arqueológicas de poblaciones prácticamente desconocidas hasta ahora.
Dibujos en las piedras, herramientas de roca o madera tallada, piezas de cerámica, puntas de proyectil y semillas son solo algunos elementos que los equipos de arqueólogos y arqueólogas que trabajan desde hace décadas en la región del curso medio e inferior del Río Chubut encontraron y encuentran de forma sistemática, como registro inequívoco del paso y ocupación de poblaciones humanas del pasado. Sin embargo, también existen sitios en aquella provincia Patagónica que han comenzado a estudiarse de manera más reciente, y que, por lo tanto, presentan infinidad de interrogantes.
Hace unos años, un equipo científico dirigido por Verónica Schuster, investigadora asistente del CONICET en el Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAUS, CONICET), comenzó a realizar estudios en el valle inferior-medio del río, principalmente entre las localidades Villa Florentino Ameghino y Las Plumas, con resultados promisorios.
“El curso medio del Río Chubut cuenta con casi cuarenta años de investigaciones, destacándose la localidad arqueológica Piedra Parada. Por su parte, el cauce inferior está siendo estudiado desde el año 2007. Respecto al valle inferior-medio del río, recién comenzamos a estudiarlo en el 2014. Las labores se han centrado principalmente en las localidades Villa Florentino Ameghino y Las Chapas, pero el área de afectación abarca 7600 km2 aproximadamente, y nuestro objetivo principal es comenzar a caracterizar la ocupación humana, determinar su tecnología y el modo de vida de los grupos que habitaron o circularon esta zona”, comenta la investigadora.
Para la científica es importante estudiar esta región para poder conectarla arqueológicamente, con el resto de los espacios que la circundan, y así empezar a armar un rompecabezas al que evidentemente le falta esta enorme pieza que es el valle inferior-medio del Río Chubut.
“La primera vez que conocí la zona me impactó y me emocionó. Ver esos paredones y esas formaciones rocosas rememoró, por las características de sus paisajes, mis primeros años como arqueóloga, en los que trabajé en Catamarca. Además de la belleza natural del sitio, varias cosas del lugar me llamaron la atención como científica. Una fue que prácticamente no había antecedentes de estudios en la región. Encontré unos pocos manuscritos de un grupo de investigación que se había formado en la década de 1970 en la Universidad de Trelew, en los que daban cuenta de dos sitios con pinturas rupestres. Otra de las cosas que me incentivaron a trabajar en esta región, en relación a esta falta de información, fue la posibilidad de poder unir este tramo de río que tenía vació arqueológico, con su desembocadura, la zona del estuario y la región de Piedra Parada, que es estudiada por científicos hace unos 40 años”, afirma Schuster.
El Río Chubut nace en la precordillera andina y recorre transversalmente toda la provincia, hasta desembocar en el océano Atlántico. Es el río más caudaloso y largo de los cursos fluviales de la Patagonia central; comunica los ambientes de la cordillera, meseta y costa; y su desembocadura configura la única fuente permanente de agua dulce de todo el litoral chubutense. Por esto, la importancia de este río en el modo de vida, desarrollo e interacción de las poblaciones humanas del pasado ha sido fundamental.
“Estos lugares parecen un Edén. Hay materia prima lítica, leña, recursos vegetales, fauna terrestre y dulceacuícola. Es un lugar muy rico para el asentamiento humano. Su cauce y costas presentan disponibilidad permanente de agua dulce y además hay paredones y/o cuevas rocosas que ofrecen protección contra las inclemencias ambientales”, describe la científica.
Una de las interacciones y de las marcas, literalmente hablando, que dejaron las poblaciones humanas en las cuevas que forman parte del paisaje, son los dibujos rupestres.
“Hay varios sitios con pinturas en el área del proyecto, sin embargo, se destaca en la localidad de Las Plumas un conjunto de arte rupestre, con motivos grabados que no son usuales en otros sitios. También observamos manifestaciones rupestres en ambas orillas del río en Las Chapas, que dan cuenta de la relación entre los humanos y el paisaje. En ciertos sitios podemos inferir que las pinturas pueden estar transmitiendo algún mensaje, indicando lugares de caza o un sendero. Por otro lado, hay lugares donde el arte rupestre se encuentra más resguardado, entonces es posible que carguen con un simbolismo o un significado diferente. Nos quedan muchos interrogantes por resolver, en este sentido: ¿Por qué en algunos lugares se grababa y en otros se pintaba? ¿Los grabados y las pinturas fueron realizados por las mismas personas? ¿A partir de los motivos, existe una relación entre estas poblaciones y otros grupos humanos de sitios diferentes? Solo por mencionar algunos”, afirma.
Para obtener más información sobre las pinturas, la Universidad Católica de Temuco (Chile) prestó un equipo portátil de fluorescencia de rayos X, que fue operado por primera vez en el país para este tipo de estudios.
“Este equipo, que fue operado por el arqueólogo Alberto Pérez, de la Universidad de Temuco, no es destructivo y se emplea in situ, con la ventaja de no tener que tomar muestras de pinturas de las paredes de las cuevas. Esto, por un lado, nos asegura la protección de este patrimonio, y, por otro, sin este equipamiento no podríamos haber evaluado la composición de las pinturas, ya que las mismas tienen escaso espesor y al intentar tomar muestras, el material para analizar era tan poco que no permitía realizar una difracción de rayos x en el microscopio habitual”, asegura.
La utilización de este equipo, permitió explorar la composición inorgánica en ciertas pinturas, por ejemplo, entre las de color rojo, que son la más frecuentes, se identificó hematita, que es un óxido de hierro que está disponible en el área.
“Además, con este mismo equipo analizamos la obsidiana de los sitios arqueológicos de Las Chapas, y como resultados obtuvimos que estas poblaciones, sea por contacto directo o mediatizado, obtenían esta materia prima lítica de dos fuentes que se encuentran en el centro – norte de la provincia del Chubut. Estos pequeños trazos de información, aunque aún quede mucho camino por recorrer, nos permiten acercarnos a poblaciones y a lugares, que recién ahora comienzan a ser estudiados”, concluye Schuster.
Por Alejandro Cannizzaro
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