Hoy conmemoramos con dolor y esperanza el 24 de marzo fecha en la cual, militares y civiles sin apoyo de la legitimidad popular toma el poder en las sombrías horas de la madrugada de este día en 1976. La obscuridad como testigo y cómplice facilita el avance de las hordas de iluminados que venían a imponer un nuevo proyecto político-económico para la Argentina. Proyecto de Reorganización Nacional declaraban, mientras que las multitudes sabían que era un vil eufemismo. La historia corroboro el sentir de un pueblo al que se le arrebataban los destinos, por aquellos que ¨al cambiar todo, no cambiaban nada¨. De hecho, esta frase se diluye al explicar al cambiar la estructura productiva industrial, ataban con mas fuerza el hilo de la dependencia al extranjero y entregaba la llave de nuestra productividad a sectores mezquinos de nuestra población, más preocupados por conservar su riqueza que prestar atención a los reclamos y sufrimientos de su pueblo.
Digo pueblo y no gente. Es preciso pensarnos como un pueblo, una unidad histórica política, con mil matices y contradicciones, para comprender porque después de 1976, aparece en los periódicos y en el sentir común la despolitizada gente. El pueblo como categoría y como experiencia enfrentaba una cruenta derrota contra las bayonetas y el terror de aquellos años. La derrota llevaba dos planos, dos temporalidades antagónicas como hermanadas: la primera y mas concreta el exterminio de miles de compatriotas fieles enemigos del régimen cívico-militar. La otra era la destrucción del complejo productivo nacional con el objetivo de tapar esas chimeneas forjadas en las décadas anteriores. El esfuerzo industrial que la Argentina estaba rindiendo sus frutos fue rápidamente aniquilado por las fuerzas del Proceso. Pero ¿Por qué arrinconar y cerrar aquellas inofensivas chimeneas industriales? La Dictadura cívico-militar reflexionaba y observaba con temor aquellas humeantes chimeneas. Estas constituían un caldo de cultivo para la resistencia del pueblo trabajador, más allá de ser lugares de trabajo, eran espacios de sociabilización en la cual personas se organizaban y luchaban por reivindicaciones. Al final las chimeneas debían ser eliminadas por el mandato de otro terrible Golpe de Estado ocurrido en 1955. Se marca una tenebrosa línea que conecta 1955 con 1976, el horror se apodera nuevamente de las vidas del pueblo que solo ofrece mártires en una lucha desigual, el David de los poderosos arrinconaba a Goliat del pueblo. Podría escabullirse esa tenebrosa y peyorativa frase pronunciada en 1955: ¨Esta revolución se hizo para que el hijo del barrendero muera siendo barrendero¨[1] El odio de algunos contra sus pares solo es comparable con su mezquindad y avaricia. Los golpes de Estado contaban con sus verdugos, pero también algunos que festejaban la sangre derramada por ellos.
Hay un rastro aun mas perverso en que la destrucción de la industria y la eliminación de miles de puestos de trabajo. Era la utilización de aquellos artefactos de la industria y la tecnología para mecanizar el terror. Complejos industriales como la aeronáutica o la automotriz que no solo generaban nuevos puestos de trabajo generando oportunidades económicas para la población eran también sinónimos de grandeza nacional, de la gesta de un país por encontrar su desarrollo económico autónomo. Esos sueños fueron convertidos en pesadillas, esta transfiguración fue completada por la complicidad de algunos fabricantes. Como olvidar el terror de los Ford Falcon Verdes merodeando por los barrios o como pensar amigablemente a los aviones que surcaban los cielos si estos partían en Vuelos de la Muerte. Esa perversión se materializo en los cuerpos de los que no están pero que es prohibido olvidar.
[1] Contraalmirante Arturo Rial, https://www.elhistoriador.com.ar/el-otro-rostro-del-peronismo-ernesto-sabato-sobre-la-revolucion-libertadora/
No hay registros, para tapar la perversión crearon en el suplicio de miles la figura del desaparecido, más allá del exterminio la Dictadura cívico-militar, buscaba generar el olvido. Recuerdo leer el Facundo de Sarmiento y esta conjura a su sombra para que ilumine los problemas de su época. ¿A quienes podemos conjurar? Si el Terror busco borrar todos los rastros del crimen. La respuesta nos interpela hoy como todos los días, los que no están, los que faltan quedaron cuidados por sus Madres y Abuelas que con una lucha incesante logran mantener esa memoria viva; el enojo se vuelve esperanza, no odian, porque los que odian no vencen y saben que el amor es el mejor homenaje. Madres y Abuelas con tímidos pañuelos blancos lograron desbaratar al terror y sumirlo a su mas profundo miedo: ser descubierto. Ellas y sus pañuelos se visitaron cada institución estatal para buscar datos de la barbarie como partidas de nacimientos de niños que nacieron en cautiverio, ese testimonio de vida evidenciaba el terror al que fueron sometidos sus progenitores. Madres y Abuelas luchan con todo para mantener la llama de la memoria viva, porque recordar es parte de la lucha que ha de terminar con una justicia ejemplar, para que Nunca Mas sea una materialidad efectiva y podamos cerrar nuestras heridas.
Para concluir debemos mantener el pedido de justica por los 30.000 desaparecidos como estandarte y como exigencia para aquellos que ocupan los resortes de poder de nuestro Estado. También hoy como cada 24 de marzo y como todos los días reclamar y luchar no solo contra los perpetradores de estos horribles crímenes sino también sino contra sus beneficiarios. Levantamos la frase sin odios ni revanchas: Sin Justicia, Memoria y Verdad no puede haber paz, esa que tanto anhelamos.
Federico Calvo
Politólogo e Historiador.
[1] Contraalmirante Arturo Rial, https://www.elhistoriador.com.ar/el-otro-rostro-del-peronismo-ernesto-sabato-sobre-la-revolucion-libertadora/