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Madryn y las vacas sagradas de la India

Las ciudades crecen y se desarrollan…o se inflan y explotan

Columna de opinión semanal orientada a incentivar el debate público sobre Puerto Madryn.

ARQUITECTO CARLOS ENRIQUE SANABRA

Desde 1983 vinculado a temas urbanos. Los primeros 16 años desde el ámbito público. Luego desde el ámbito privado hasta la fecha.

 

 

Madryn y las vacas sagradas de la India

 

En la India la vaca es sagrada. No significa esto que todos sus habitantes sean vegetarianos. No. La mayoría come carne de cordero, de pollo o de otro animal. Se estima que sólo el 20 % de la población es vegetariana.

Pero la vaca es considerada fuente de vida y no se la puede sacrificar. Matar una vaca en la India puede significar una cadena perpetua legal en prisión o la muerte por la actuación ilegal de comandos fundamentalistas. Sin embargo cada año unas tres  millones de vacas se vuelven improductivas y para los granjeros no es rentable alimentarlas, entonces son abandonadas y vagan viejas, débiles y enfermas pero siempre sagradas. Eso no se discute. Es un juicio instalado que no admite el análisis racional.

Cuando observo las pequeñas comunidades de la meseta –congeladas en el tiempo, aisladas, frágiles y débiles- asentadas sobre enormes yacimientos minerales, veo las vacas sagradas de la India.

Cuando observo a Madryn apretada entre el muelle Storni y Punta Cuevas desde hace más de 40 años, negando su desarrollo sobre el Golfo Nuevo y desparramándose hacia el Oeste sin solución de continuidad, veo las vacas sagradas de la India.

Cuando en épocas estivales los incendios de campos avanzan sobre “áreas protegidas” y los propietarios de esos campos sólo pueden observar pasivamente cómo se destruye, porque les está prohibido “intervenir” en un área protegida –aunque sea su propiedad-, veo las vacas sagradas de la India.

Albert Einsten reflejó lo difícil que es superar tales situaciones, cuando afirmó que “es más fácil destruir a un átomo que a un prejuicio”

Porque el prejuicio es sagrado. No se lo revisa nunca. Simplemente se le acomoda el argumento y si hace falta se miente un poco –porque la “buena” causa lo amerita-

Se prefiere la comodidad de las frases hechas y los lugares comunes. Se prefiere descalificar con un dedo alzado -tan totalitario como irresponsable- a quien pretende analizar el prejuicio desde la racionalidad del conocimiento profesional. Se prefiere deslumbrar y no comprender.

Las creencias fundamentalistas –aun las impulsadas por iniciativas virtuosas- habitualmente sobrevienen en conductas irracionales, que acarrean consecuencias muy negativas para la Ciudad.

En Madryn, varias de esas consecuencias están a la vista.

 

 

 

 

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