Emanuel Delgado, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales y referente de la actividad, conversó con nosotros desde el mismo predio donde se desarrolla la feria, el icónico playón del muelle chico. Con 28 años y más de la mitad de su vida dedicada al mar, Emanuel representa a una generación que heredó este oficio con orgullo y pasión.
“Para nosotros, la pesca artesanal no es solo un trabajo, es una forma de vida. Es el oficio con el que crío a mi familia, y es también una escuela de valores. Cuando salís a trabajar en invierno, con frío, viento y todo en contra, entendés lo que significa el sacrificio. Es duro, sí, pero también muy gratificante”, expresó.
La feria, que se extiende hasta el sábado a la medianoche, ofrece una inmensa variedad de productos del mar: pejerrey, cornalito, pulpo, choga, virreina, almejas, mejillones y mucho más, disponibles tanto frescos como congelados, o bien cocinados al instante para disfrutar al paso.
Pero la oferta no termina ahí. La experiencia y la creatividad de los pescadores los ha llevado a convertirse también en cocineros, dando valor agregado a lo que el mar les brinda. Desde empanadas de langostino y merluza, hasta rabas, paellas, cazuelas y milanesas de calamar, cada plato es una muestra del ingenio y la tradición que define a esta comunidad.
“Acá no hay un solo producto estrella. Para algunos, lo mejor son las empanadas, otros vienen directo a buscar una cazuela. Lo cierto es que cada visitante encuentra algo especial y se va con el corazón contento”, contó Emanuel entre risas y el murmullo de la feria de fondo.
La convocatoria no se limita solo a Puerto Madryn. Visitantes de todo el país, desde Córdoba, Rosario, Buenos Aires hasta Mar del Sur, llegan durante este fin de semana largo para disfrutar de esta fiesta gastronómica y cultural.
Además de ser un espacio para el comercio, la feria es también un momento de encuentro, de visibilización y de puesta en valor de una actividad que suele desarrollarse en silencio y bajo condiciones duras.
“Para nosotros no se trata solo de vender. Es una forma de mostrarle a la gente quiénes somos, qué hacemos, y cómo vivimos. Nos gusta contar, compartir, y sentir que lo que hacemos tiene sentido”, concluyó Emanuel, con la calidez de quien ama profundamente su oficio.