En la década del 70 Madryn no era lo que es hoy. La ciudad, y el mundo, cambiaron irremediablemente. Sin embargo Francisco “Pancho” Sanabra sigue siendo el mismo y junto a él, y a su hijo Pablo, pudimos volver la vista atrás para recordar la felicidad de aquellos días. Días de buceo, de compañerismo y también de aventuras. Días alegres, y también tristes, pero siempre unidos por una misma pasión subacuática. Eso sí, aunque pasaron 40 años, lo primero que me dijo Pancho fue que no se olvidaba que “¡yo lo había despertado, a las 2 de la tarde, de su siesta!” para poder inscribirme en una competencia… Y tenía razón, fue así, soy culpable. Sin embargo él me inscribió, me ayudó y, sobre todo, me permitió aprender de su talento bajo las aguas ¡Gracias Maestro! Prometo que nunca más voy a “visitarlo” a la hora de siesta… (Alvaro López Melián)