Hoy 10 de diciembre de 2018 es un día realmente Feliz, para todo el pueblo argentino, porque hace 35 años asumía un presidente elegido libre y democráticamente, luego de un período totalmente oscuro de nuestra historia y no hemos vuelto a buscar trágicas alternativas para plasmar nuestra disconformidad con este sistema que hoy podemos orgullosamente decir “supimos conseguir”.
Aunque los postulados que el Padre de la Democracia, recitaba casi cotidianamente no han podido concretarse plenamente, muchas cosas se obtuvieron y en particular cambiaron ampliando los derechos políticos y sociales de gran parte de la población.
Pero tenemos que tener presente que no solo fue salir de una dictadura, sino el final de un país violento, al igual que los dirigentes que ganaron de la sangre derramada y de la desgracia de la mayor parte del pueblo.
En este tiempo, no de quietud y con muchos lapsus de ardua participación, rayana al fanatismo en demasiados momentos, hubo muchos grupos de nuestro país que fueron conquistando espacios, reconocimientos y merecidos lugares y el más significativo de ellos fueron, son y serán las mujeres argentinas.
Las mujeres logramos ampliar nuestros Derechos Políticos, a fuerza de demostrar nuestras capacidades y necesidades, dando pasos positivos en un primer momento logrando la Ley 24.013 de cupo femenino, sancionada en 1991 que buscó aumentar la representación de las mujeres en la política, a través de cuotas de mínima participación en las listas de candidatos que presentan los partidos en las elecciones, estableciendo que al menos un 30% de las listas de candidatos debían estar ocupada por mujeres. Y ese fue solo un paso, «contribuyó a instalar la idea de que la ausencia de mujeres en ámbitos de decisión es problemática para la democracia porque muestra una brecha entre la igualdad formal y la real» y que había permitido instalar nuevos temas en la agenda del Parlamento. Temas como derechos de la mujer, igualdad de género o lucha contra la violencia de género fueron instalados y según Diana Maffía «solo a partir de que hubo una masa crítica de mujeres en el Congreso empezó a legislarse sobre el cuerpo de las mujeres, hasta entonces solo existía un cuerpo masculino, que no paría, no menstruaba, no era violado ni acosado». A su vez, ya hacía años 5 años que protagonizaba la única reunión de lo que actualmente denominamos un colectivo social, para aquella época un grupo social, el Encuentro Nacional de Mujeres, multintegrado que trata y lo sigue haciendo ininterrupidamente, con todos los matices de las distintas gestiones políticas, hasta la actualidad 33 años después, en talleres todas sus vivencias para ser luego plasmadas en leyes, en políticas de estado o al menos en acciones concretas en pos de mejorar su situación.
Ya más cercano a la actualidad conseguimos que se establezca por Ley Nº 27.412 un sistema de paridad de género en los órganos legislativos nacional y subregional, es decir, para los cargos legislativos y también es otro paso positivo pero no el único, necesario, sino el posible. La brecha entre hombres y mujeres está más latente que nunca, porque se
pone de manifiesto no sólo en la persistencia de diferencias significativas desde el punto de vista de la remuneración por igual trabajo sino también porque la (in) justicia que “funciona” en nuestro país, tiene una fortísima raigambre en el Patriarcado que continua caracterizando a nuestra sociedad y aunque hemos logrado que los crímenes cometidos sobre mujeres se caratulen como femicidios, son cada vez mayores en cantidad y muchos de ellos ni siquera reconocidos…nos falta mucho, mucho más.
En 35 años de Democracia continua, la generación que represento, casi coincidente con este período de continuidad, debemos tener presente que este empoderamiento también se consigue a través de considerar que “somos hijas de las de pañuelos blancos, pero madres de las de pañuelos verdes”, en su mayoría y esa expresión de cambio nos tiene que llevar a querer protagonizar los próximos 35 años de Democracia en nuestro país.
Lic Silvana Castelnovo