La tragedia de “El Doradillo” pone al descubierto graves falencias de la gestión provincial, que se deben evitar en el futuro, y surgen muchas preguntas.
En primer lugar, ¿el gobernador tiene problemas con los madrynenses? Lo que pasó va más allá de la pésima relación que tiene con los hermanos Sastre.
¿Puede un gobernador ausentarse de esta manera? ¿Le costaba algo un llamado telefónico que demuestre un mínimo interés? ¿No era que estaba por y para los chubutenses más allá de cualquier discusión? ¿Le costaba mucho a su ex sobrina política, actualmente funcionaria con rango de subsecretaria para manejarle las redes, simular un twit como si el gobernador estuviera interesado en la suerte de los habitantes de “El Doradillo”? Quizás lo bueno en todo esto es que al menos no mintió y no expresó interés por lo que no le interesa, los problemas de la gente común.
¿Fue tan difícil orientar a la Ministra de Desarrollo Social y evitar el escándalo de la comida y las botellitas de agua? Eso fue agresivo e innecesario, después se habla de violencia política y de género. Imaginate que se te está quemando la casa y te mandan una botellita de agua… si llega, ¿quién es el violentado?
¿El nuevo Director de Defensa Civil, un criador de rottweiler que evidentemente sabe mucho de seguridad, no dejó bombero en pie sin pelearse y generar tensión en el medio del desastre? Al menos salió al campo para conocer Chubut, y antes ni siquiera mandó una alerta meteorológica para decir “miserables salgan de la playa que se viene la tormenta de viento y tierra más cinematográfica de la historia del valle chubutense”. Ser miserable es otra cosa.
¿Hay tanto en juego que se buscaba la derogación de la nulidad de la venta de tierras con bosques nativos? ¿Era necesario crear una Secretaría de Bosques y concentrar todos los recursos del Programa Provincial del Manejo de Fuegos en la cordillera? ¿Será para hacer atractivo algún negocio inmobiliario? Son simples preguntas, y esto huele feo y no a quemado precisamente.
Las preguntas son muchas, así como son muchas las horas, los días y los años que llevó construir un oasis en el medio del desierto, con esfuerzo y pasión. No estamos hablando de ricos magnates, sino de gente de trabajo que en muchos casos perdieron todo.
¿Cuánta incapacidad e imprevisión, y cuánto más tiene que seguir soportando Chubut para que los políticos estén de una vez por todas a la altura de su mandato? Para armar una empresa de pesca en el medio de los problemas a ver si pasaba hubo dedicación, para resolver los problemas urgentes y graves de los que apenas podían respirar para salvar sus cosas, ni aportó.
Es evidente que la inoperancia tomó Chubut como un reinado, y surge otra pregunta ¿así, en #ChubutHayFuturo? ¿la gente? bien gracias, y si te he visto ni me acuerdo.