Entrevista a Horacio Farulla en la Revista Orillas, Noviembre de 2012.
Hace más de treinta años que vive en Puerto Madryn, desempeña sus tareas en el Departamento de Instrumental de la empresa Aluar y por más de quince años trabajó en la Escuela Politécnica. Farulla y sus vivencias en las históricas jornadas.
— ¿Cómo comienza todo y cómo recordás ese mes de septiembre en particular?
En septiembre del año 1984, por noticias habituales que difundían las agencias, sabíamos que se estaba realizando el “Operativo Unitas XXV” con fuerzas navales norteamericanas y de varios países sudamericanos. Cuando se conoció el día viernes 6 que en el muelle “Almirante Storni” debía despejarse el sitio sur para albergar una nave de guerra, ya no cabían dudas que se trataba de las unidades de la flota que habían participado en el ejercicio mencionado, y que dos años atrás habían participado activamente en la ayuda a nuestros enemigos británicos.
— ¿En qué momento específico te enterás de lo que ocurría y cómo comienzan a actuar?
El personal del puerto fue el primero en dar esas señales, y en pocas horas se formaron espontáneamente varios grupos que comenzaron a intercambiar información en los lugares de trabajo, en la Municipalidad, en la sede del Partido Socialista, y en casas particulares. Éramos los habitantes de Madryn que despedimos a nuestros combatientes de Malvinas antes de embarcar hacia nuestras islas, y los que los acogimos con lágrimas y aplausos a su regreso en junio de 1982. Percibíamos que estaba por gestarse un agravio a nuestra dignidad, o al menos un grave desacierto en la gestión de las relaciones exteriores. En uno de los grupos se acordó obrar con el nombre de “Comisión Multisectorial Transitoria”, que se encargó de coordinar encuentros y llevar información a la emisora LU17. Esa fue mi tarea. El día domingo 9 se reunió el Concejo Deliberante con una enorme manifestación popular a sus puertas. Resolvieron, ante su poderosa exigencia, declarar no grata a la flota de guerra extranjera. En este punto debo recordar con emoción al concejal Aurelio Torres, que fue un gran impulsor de la gesta.
— ¿Todos compartían la idea de participación para echar a la flota norteamericana?
¿Me preguntás si fue verdad que hubo algunos personajes de Madryn y Trelew que se opusieron a la manifestación? Debo recordar que sí, así fue. Desde el periodismo y de muy pocos comerciantes se escucharon voces de desaprobación. Casi nada en comparación con el espíritu total. La excepción confirma la regla. El lunes 10 por la tarde amarró en el sitio 3 (lado extremo sur del muelle Storni) el destructor US Thorn 988. En menos de una hora, a partir de las 17:30, una gigantesca columna de gente partió de la plaza San Martín y llegó al muelle, encontrándose allí con un pequeño grupo muy activo, que ya había obstruido el abastecimiento de la nave de guerra. La mínima guardia de la Prefectura no pudo impedir (se diría que tampoco lo quiso), el ingreso masivo al viaducto del muelle. Al final, nos aplaudieron. La manifestación se extendió a lo ancho de la plataforma y avanzó rápidamente hasta el lugar en que se encontraba el destructor, donde dio rienda suelta a su indignación entre gritos, pintadas al casco, y en muchos casos una furia desenfrenada. Finalmente se escucharon los motores del destructor impulsarlo al costado, y luego retroceder lentamente y alejarse hasta la rada, bien lejos del extremo del muelle. Se retiraron despedidos con las estrofas de nuestro Himno Nacional, gritado como nunca jamás volví a escucharlo.
— ¿Qué quisieras expresar como último pensamiento sobre este hecho?
Que el pueblo fue libre y soberano en esas circunstancias. Ocupó el espacio público con los honrosos títulos de la ciudadanía y se nutrió de la fuerza incontenible de su dignidad, el amor a su Patria y el afecto fraterno a nuestros héroes de Malvinas. También fue una victoria del coraje civil del que el pueblo madrynense bien puede sentirse legítimamente orgulloso.