Del trabajo como mercancía a su articulación colectiva como derecho
Desde los oficios medievales hasta la alienación, el trabajo mutó como práctica y concepto. La actual simultaneidad entre tecnología y pandemia impuso una aceleración violenta en las relaciones laborales. Qué implica esa circunstancia y cómo le damos respuesta en Argentina y en el mundo. Cómo se resignifica el trabajo en términos constitutivos del tejido social.
- Argentina: Industria y construcción, ejes de la recuperación del empleo en un contexto de pandemia
- Francisco y el trabajo: Una “prioridad” para la “dignidad” que “debería estar al alcance de todos
- Las y los trabajadores del mundo celebran su día entre crisis y desafíos por la pandemia
- El Brexit, la tecnología y la pandemia dispararon la afiliación sindical en el Reino Unido
- El desempleo juvenil, una herida menos visible de la pandemia en Chile
Argentina: Industria y construcción, ejes de la recuperación del empleo en un contexto de pandemia
La industria y la construcción, entre otros sectores, impulsaron la recuperación de la actividad productiva y laboral en la Argentina en los últimos meses, y se espera que ante la segunda ola de coronavirus no se registre una contracción como la registrada en la primera ola, sino un aplanamiento en la recuperación como ocurrió en Europa.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la actividad económica se ubicó en enero 1,3% por debajo de febrero de 2020, lo que significó que 95% de lo perdido en los dos primeros meses de la pandemia (marzo y abril del año pasado) se había recuperado para principios de 2021.
Asimismo, de acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo, el empleo asalariado formal privado -que se había estabilizado en el segundo semestre de 2020- creció 0,3% mensual desestacionalizado en enero (+16 mil puestos de trabajo), una magnitud mensual considerable (la mayor desde 2015).
Casi la mitad de esos empleos creados lo explicó el repunte de la construcción, mientras que el empleo industrial anotó su octava suba consecutiva, superando los niveles prepandemia en 10 mil puestos de trabajo formales.
En tanto, para el Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA), el empleo asalariado registrado en la industria tuvo en enero una suba del 0,1% mensual (+1.513 puestos) y, con este desempeño, en enero se registró el tercer mes consecutivo de expansión del trabajo asalariado registrado industrial respecto al año previo (+1% interanual; +10.478 puestos).
Además de la recuperación de la actividad, la suba del empleo industrial se vincula también por el aumento del empleo temporal en industrias con mayor actividad debido al elevado porcentaje de trabajadores dispensados de asistir al lugar de trabajo.
En tanto, para la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), “el impacto de la emergencia sanitaria sobre el total del trabajo privado registrado se amortiguó por el paquete de medidas sociales y económicas aplicadas por la actual administración nacional”.
Por otra parte, el informe de la cartera laboral advierte que si la disparada de contagios de Covid-19 no cesa, la industria manufacturera podría verse afectada por el mayor ausentismo derivado de los mayores contagios entre sus trabajadores.
No obstante -aclara-, si se observa lo ocurrido en las industrias de los países de la Unión Europea que sufrieron la segunda ola en los últimos meses, resulta poco probable una drástica contracción industrial como la registrada en la primera ola, sino en todo caso un aplanamiento en la recuperación industrial.
Los primeros datos de marzo sugieren que, en los albores de la segunda ola de coronavirus, la actividad productiva continuó en la senda de recuperación de los meses previos, según el Informe de Panorama Productivo del Ministerio de Desarrollo Productivo.
De acuerdo al índice adelantado de actividad industrial (que toma como insumo el consumo de energía de Cammesa), la industria manufacturera se expandió 27,4% interanual en marzo (y 7,9% si se compara contra marzo de 2019).
Según el último informe de Panorama Productivo elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), en términos desestacionalizados, la industria creció 0,6% mensual en marzo, tras la contracción de 1,6% en febrero; así, en el primer trimestre del año la industria se ubicó 4,3% por encima del promedio de todo 2019.
De los 14 sectores industriales relevados, 13 consumieron igual o más energía en marzo que en el promedio de 2019 en la medición desestacionalizada, con la única excepción de “madera, papel y edición”, que operó 2,8% por debajo.
Dentro de los que se encuentran con mayor crecimiento comparado con el promedio de 2019, sobresalen la metalmecánica (16,7%, impulsada por maquinaria agrícola y electrodomésticos) y el automotriz (19,7%).
La gradual normalización de la actividad productiva de los últimos meses ha ido en paralelo a un paulatino (aunque incompleto) retorno a los hábitos de consumo de la prepandemia.
En el relevamiento de Expectativas de la industria manufacturera de Indec de febrero consignó que 38% de las empresas encuestadas espera aumentar las horas trabajadas por su personal pero sólo 17% espera aumentar la dotación.
La consolidación de la recuperación del empleo implica desafíos como la reducción de la informalidad, la reducción de costos no laborales y la implementación de una agenda centrada en la productividad y transformaciones de la industria 4.0 en el mundo del trabajo, completó la UIA.
Francisco y el trabajo: Una “prioridad” para la “dignidad” que “debería estar al alcance de todos
Por Hernán Reyes
La importancia del empleo como elemento central de la “dignidad” humana es un eje recurrente del discurso social del papa Francisco, que lo considera una “prioridad” de su magisterio, especialmente desde que en 2014 pronunció por primera vez su histórico reclamo de “Tierra, Techo y Trabajo” como un “anhelo que debería estar al alcance de todos”.
Menos de dos meses después de ser elegido Papa, en su sexta audiencia general como pontífice, Francisco adelantó la importancia que le asignaría a la cuestión del trabajo en su pontificado.
“El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de una persona” a la vez que “da la capacidad de mantenerse a sí mismo, a la propia familia, y contribuir al crecimiento de la propia nación”, sostuvo en el encuentro con los fieles del 1 de mayo de 2013.
“Aquí pienso en las dificultades que, en varios países, encuentra el mundo del trabajo y de la empresa; pienso en cuantos, y no sólo los jóvenes, están desempleados, muchas veces por causa de una concepción economicista de la sociedad, que busca el beneficio egoísta, al margen de los parámetros de la justicia social”, agregó entonces.
Durante su primer año y medio de pontificado se sucedieron varias referencias a la importancia del empleo, especialmente en la exhortación Evangelii gaudium, publicada a fines de 2013, y considerada por el propio pontífice como la “hoja de ruta” de su magisterio.
En la exhortación, planteó que “en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida”, al tiempo que “el salario justo permite el acceso adecuado a los demás bienes que están destinados al uso común”.
Para el Papa, “molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia”.
De todos modos, sus palabras sobre la necesidad de garantizar el empleo de forma universal tuvieron un alcance global especialmente a partir del primero de los tres encuentros que tuvo con los representantes de los Movimientos Populares del mundo, en octubre de 2014, durante el que lanzó su ya histórico reclamo de las “3T”.
“No existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”
Papa Francisco
“Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: tierra, techo y trabajo. Es extraño pero si hablo de esto para algunos resulta que el Papa es comunista”, planteó entonces en el Vaticano.
“Me urge subrayarlo, no existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo”, insistió en el encuentro. Con el mismo énfasis repetiría luego su reclamo de las “3T” en las reuniones con los Movimientos Populares de julio de 2015, en Bolivia, y de noviembre de 2016, nuevamente en Vaticano.
Otro punto de inflexión en sus discursos sobre la importancia del empleo fue durante su visita a Génova de mayo de 2017, en la que sostuvo que “el mundo del trabajo es una prioridad humana y, por lo tanto, es una prioridad cristiana, una prioridad nuestra, y también una prioridad del Papa”.
“La falta de trabajo es mucho más que la falta de una fuente de ingresos para poder vivir. El trabajo es también esto, pero es mucho, mucho más. Trabajando nosotros nos hacemos más persona, nuestra humanidad florece, los jóvenes se convierten en adultos solamente trabajando”, sostuvo en esa oportunidad.
En ese marco y retomando el trabajo de sus predecesores, agregó que “la doctrina social de la Iglesia ha visto siempre el trabajo humano como participación en la creación que continúa cada día, también gracias a las manos, a la mente y al corazón de los trabajadores”.
“Sobre la tierra hay pocas alegrías más grandes que las que se experimentan trabajando, así como hay pocos dolores más grandes que los dolores del trabajo, cuando el trabajo explota, aplasta, humilla, mata. El trabajo puede hacer mucho daño porque puede hacer mucho bien”, planteó.
“Nosotros nos hacemos más persona, nuestra humanidad florece, los jóvenes se convierten en adultos trabajando”
Papa Francisco
Para terminar de dimensionar el lugar que el Papa le otorga a la importancia del empleo, fue en medio de la pandemia, en mayo del año pasado, cuando dedicó una de sus misas matutinas de Casa Santa Marta a la fiesta del Día del Trabajador y convocó a rezar “para que a nadie le falte el trabajo y que todos sean justamente remunerados y puedan gozar de la dignidad del trabajo y la belleza del descanso”.
Las y los trabajadores del mundo celebran su día entre crisis y desafíos por la pandemia
El mundo laboral conmemora el Día del Trabajador en medio de una crisis internacional que combina un proceso de larga data, vinculado a la precarización y reconversión en una economía cada vez más digital, y otro más reciente relacionado a los efectos de la pandemia de coronavirus que incluye una mayor desocupación y los nuevos desafíos por el aumento del teletrabajo.
De acuerdo a la última actualización del informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la Covid-19, durante 2020 “se registró una pérdida de horas de trabajo del 8,8% a escala mundial respecto al cuarto trimestre de 2019, equivalente a 255 millones de empleos a tiempo completo”.
Los ingresos provenientes del trabajo cayeron en un 8,3% el año pasado, lo que equivale al 4,4% del PBI mundial, una perdida que es cuatro veces mayor a la producida en la crisis financiera del 2009.
Ninguna región se salvó del cimbronazo por la pandemia: la economía del Reino Unido cayó 9,9% (la peor cifra desde el Gran Invierno de 1709), la estadounidense 3,5% (la mayor contracción desde la Segunda Guerra Mundial) y la japonesa 4,8% (poniendo fin a 12 años de crecimiento consecutivos).
En este contexto de contracción global, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo en desarrollo con una caída del PBI de 7,7% en 2020, de acuerdo a la Cepal, y el efecto en el mundo laboral es directo: se perdieron 26 millones de empleos, según datos de la OIT.
Esto ocurre por una sumatoria de causas epidemiológicas, como las altas tasas de contagio principalmente por la expansión de la llamada variante brasileña de Manaos, y las relacionadas a las características del trabajo en la región como la alta informalidad, la desigualdad y la escasa cobertura de protección social.
“Muchos de los desafíos que teníamos antes de la pandemia continúan vigentes, aunque ahora son más urgentes”, alertó el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro, quien apostó a que 2021 “sea el año de la vacunación y de la recuperación económica con generación de más y mejores puestos de trabajo”.
Las perspectivas para este año son de una recuperación económica a nivel mundial y regional, en base a previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), y una desaceleración en la pérdida de horas de trabajo que serán de un 3% con respecto al cuarto trimestre de 2019.
Al margen de estas cifras, las restricciones por el coronavirus aceleraron la apuesta por el teletrabajo, lo que conviene a las empresas que por su rubro pueden operar de esta forma ya que reduce costos, y que generó un alerta entre los sindicatos por la necesidad de fijar reglas claras, sobre todo en lo que respecta a horas extras no remuneradas y el denominado derecho a la desconexión digital.
El crecimiento del trabajo a distancia se reflejó, por ejemplo, en que la plataforma para videoconferencias Zoom, por muchos desconocida antes de la pandemia, cuadruplicó su facturación en 2020 respecto al año anterior, mientras que Meet, la competencia de Google, amplió el plazo para usar su versión gratuita en dos oportunidades ante su popularidad.
Este aumento del teletrabajo reforzó aún más el impacto de la economía digital en el mundo laboral, un camino en marcha desde hace por lo menos una década por la mayor inserción y prestaciones de los teléfonos celulares, las mejoras en las conexiones de banda ancha y la expansión de los servicios de computación en la llamada nube.
Un fiel reflejo de esto es el aumento de las plataformas que distribuyen trabajo, como Uber, Rappi y Cabify, para nombrar algunas, que pasaron de ser 142 en 2010 a 777 en 2020, de acuerdo a otro informe reciente de la OIT que destacó que estas aplicaciones “están transformando los procesos laborales”
Todos los trabajadores, independientemente de su situación laboral, deben poder ejercer sus derechos fundamentales
Guy Ryder-director General de la OIT
La entidad hizo hincapié, además, en que estas empresas “ofrecen oportunidades” para los colectivos más excluidos, entre ellos mujeres, personas con discapacidad, jóvenes y migrantes, aunque no dejó de subrayar los riesgos, ya que la relación es de una gran precarización laboral, sin ofrecer protección social, libertad sindical ni instancias de negociación colectiva, todos derechos básicos del trabajo reconocidos internacionalmente.
“Los nuevos desafíos que presentan pueden afrontarse mediante un diálogo social global para que los trabajadores, los empleadores y los Gobiernos puedan beneficiarse plena e igualmente de estos avances. Todos los trabajadores, independientemente de su situación laboral, deben poder ejercer sus derechos fundamentales”, dijo el director General de la OIT, Guy Ryder, en la presentación del informe.
Pero por ahora la instancia en la que se dirime esta situación es la judicial y en febrero de este año hubo un fallo en Reino Unido que puede cambiarlo todo: el Tribunal Supremo obligó a Uber a clasificar a sus conductores como trabajadores propios y no como autónomos, lo que les garantiza un salario mínimo, vacaciones pagadas y otros beneficios.
El Brexit, la tecnología y la pandemia dispararon la afiliación sindical en el Reino Unido
Por Gabriela Albernaz
La tecnología y la automatización, combinadas con el crecimiento de una economía de servicios y el trabajo precario, sumado al contexto del Brexit y la pandemia de coronavirus, parecen haber impulsado en el Reino Unido, un número récord de afiliados a los sindicatos, que lograron revertir el declive de las últimas décadas.
Según el sociólogo británico de la Universidad de Middlesex en Londres, Daniel Ozarow, a pesar de las amenazas que enfrentan los sindicatos para defender a los trabajadores, el Reino Unido cuenta con casi 7 millones de trabajadores sindicalizados, una de las mayores densidades sindicales del mundo.
De acuerdo a cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas británica (ONS), la afiliación a los sindicatos aumentó en 2020 por tercer año consecutivo a 6,44 millones de miembros tanto en el sector público como en el privado.
Hoy en Reino Unido hay más mujeres que portan un carnet sindical que en cualquier otro momento desde 1995
Esto se debió en parte también a una gran afluencia de mujeres trabajadoras que se están afiliando a los sindicatos durante la pandemia.
Hoy hay más mujeres que portan un carnet sindical que en cualquier otro momento desde 1995.
Para el sociólogo, en un contexto muchas veces adverso, los sindicatos están desarrollando nuevas formas de organización y dan la bienvenida a los desempleados y los trabajadores procedentes de la economía colaborativa, algo que destacó ya existe hace mucho tiempo en Argentina.
“La pandemia y el aumento de las presiones sobre los trabajadores por parte de los jefes, como el nuevo énfasis en la salud y la seguridad, también llevaron a un resurgimiento de la afiliación sindical en los últimos meses”, dijo el académico e investigador en diálogo con Télam.
No obstante, alertó que en el contexto del Brexit hay factores como la firma de numerosos acuerdos bilaterales de libre comercio que pretende cerrar el Reino Unido que debilitan la capacidad de los sindicatos para defender a los trabajadores colectivamente.
Una amenaza habitual es que las empresas se trasladarán al extranjero si los trabajadores se organizan para defender los empleos y los salarios.
La posibilidad de que los trabajadores retiren su mano de obra a través de la huelga “online” sigue existiendo
Para Ozarow, el crecimiento de la llamada economía “gig” -basada en el trabajo freelance y de colaboradores externos- y el impacto de la pandemia ejercen también una mayor presión sobre los sindicatos y la capacidad de los trabajadores para organizarse colectivamente debido a que la experiencia del trabajo se ha vuelto cada vez más solitaria y atomizada.
Pero, por otra parte, explicó que “la transición a la red digital facilita a los trabajadores la asistencia a reuniones sindicales o políticas a través de Zoom u otras plataformas.”
En su opinión, la posibilidad de que los trabajadores retiren su mano de obra a través de la huelga “online” sigue existiendo, aunque dependiendo de la industria esto puede ser menos perturbador que los paros tradicionales.
Aunque pueda ser cómodo en algunas circunstancias, si el trabajo desde las casas se convierte en un fenómeno a largo plazo, también puede tener efectos perjudiciales para la salud mental y aumentar realmente las horas de trabajo, a pesar de que se reduzcan los tiempos de desplazamiento.
En otras palabras, los límites entre la vida laboral y la doméstica se borran cada vez más. “Esto podría convertirse en uno de los principales retos a los que los sindicatos deberán enfrentarse en la era post-Covid”, advirtió el sociólogo.
La flexibilidad en las modalidades de trabajo que forzó o profundizó la pandemia puede aportar muchos beneficios a diferentes grupos de trabajadores y a las empresas, si se hace de manera concertada
En ese sentido, desde el sindicato Community Union, que en sus inicios representó a confederaciones de las industrias del hierro y el acero y ahora sumó a trabajadores de todos los sectores de la economía del Reino Unido, señalaron que la tecnología puede mejorar los salarios y las condiciones de los trabajadores, hacer el trabajo más interesante y menos peligroso, si se aplican correctamente.
“Creemos que es fundamental que los trabajadores sólo se beneficien de los cambios tecnológicos si tienen voz y un lugar en la mesa cuando se hacen las conversaciones y se implementan los cambios”, explicó a Télam Anna Mowbray, vocera del sindicato.
“También queremos que se haga un esfuerzo concertado y se tomen decisiones discutidas para dar a los trabajadores la parte que les corresponde del aumento de la productividad. Se trata de decisiones que deben tomarse mediante la colaboración entre los trabajadores, los Gobiernos y los sindicatos”, agregó.
Para Mowbray, la flexibilidad en las modalidades de trabajo que forzó o profundizó la pandemia puede aportar muchos beneficios a diferentes grupos de trabajadores y a las empresas, si se hace de manera concertada y respetando los derechos adquiridos.
“Apoyamos a los trabajadores que quieren trabajar de forma flexible y en casa. También es importante que trabajemos para garantizar que la flexibilidad no signifique inseguridad. Hay que hacer lo necesario para garantizar que los sindicatos puedan hablar con las personas que trabajan a distancia, mediante un mayor derecho de acceso digital. Nada de esto debe significar una reducción de los derechos básicos de los trabajadores”, aseguró.
Este punto es central para la vocera sindical en el contexto actual creado por el Brexit y el desacoplamiento de la economía de la Unión Europea (UE) y, principalmente, de su marco regulatorio laboral.
De entrada, su sindicato no apoyó el acuerdo posBrexit aprobado con la UE porque no proporcionará más protección a los trabajadores.
“Ambas partes acordaron seguir aumentando sus normas laborales y sociales, pero el acuerdo no es más fuerte que en la mayoría de las negociaciones de libre comercio; el movimiento sindical estaba presionando para obtener protecciones mucho mayores”, reconoció.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ya no tendrá competencia en el Reino Unido y para los sindicatos estos sin duda supone una pérdida para los trabajadores británicos ya que ésta había sido una vía para defender sus derechos.
El desempleo juvenil, una herida menos visible de la pandemia en Chile
Por Alfredo Follonier
Chile es uno de los países con más casos de coronavirus del continente y el casi colapso del sistema sanitario fue la expresión más dramática de la pandemia; sin embargo, otra herida que está dejando el brote es una crisis económica empujada por una caída del empleo que especialmente golpeó a los jóvenes, casualmente el sector social más movilizado y con mayores reclamos desde las protestas que comenzaron en octubre de 2019.
El desempleo juvenil en Chile alcanzó el 43% en el trimestre mayo- julio del año pasado, momento en que se “tocó fondo en materia laboral”, según Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), quien comparó en diálogo con Télam ese pico con la actual tasa del 24%.
En total, los jóvenes chilenos, los mismos que hace ya un año y medio reclaman mayor igualdad y mejoras sociales y económicas en las calles, perdieron casi 270.000 puestos de trabajo el año pasado.
“La tasa de desempleo juvenil en Chile es mucho mayor al promedio nacional”
Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales
“La pérdida de trabajo de los jóvenes se debe a la baja en la actividad en rubros tales como el comercio, el ocio, el turismo, donde trabaja la gran mayoría de jóvenes chilenos”, explicó, por su parte, a la agencia Marcelo Mella Polanco, politólogo de la Universidad de Santiago de Chile.
Además, destacó que las cuarentenas “han afectado severamente la actividad económica en esas áreas, que son precisamente las áreas que dan trabajo a la mayor cantidad de jóvenes”.
Para Bravo, en tanto, aún en la recuperación gradual de los últimos meses, los jóvenes siguen perdiendo.
“La tasa de desempleo juvenil es mucho mayor al promedio nacional y, si miramos la evolución del empleo en el segmento de 15 a 24 años, el crecimiento anual ha sido negativo y ha caído en 27,8% anual, mientras que en el caso del empleo total, ha caído 9,9%”.
El dato del desempleo en jóvenes chilenos se agrava aún más cuando se analiza sólo a las mujeres.
“En general, las mujeres registran aproximadamente un 5% más de desempleo juvenil que los hombres en Chile”, reveló otro estudio realizado por José Irrazabal, jefe de carrera de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Valparaíso, sobre la evaluación de la situación entre 1996 y 2019, con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
El Gobierno de Piñera reconoció el creciente problema del desempleo, aunque no puntualizó en los jóvenes ni en la brecha que ya existía antes de la pandemia.
“No descansaremos hasta recuperar los 896.000 empleos que faltan, los que se concentran en sectores especialmente golpeados por esta crisis, como son el comercio, alojamiento y servicio de comidas y los hogares como empleadores.
Seguimos trabajando en esa dirección”, prometió el ministro de Economía, Lucas Palacios, en su cuenta de Twitter.
El nivel de empleo entre los más jóvenes podría comenzar a mejorar un poco ya que el jueves pasado las comunas (barrios) con más comercios y shopping abrieron sus puertas de lunes a viernes y también se vive un pequeño repunte de emprendimientos digitales, iniciativas que han sido concretadas por jóvenes y promocionadas en redes sociales para palear lo perdido.
Lo que comenzó con una evasión del subte de 80 estudiantes secundarios del Instituto Nacional, terminó en protestas y reclamos políticos, sociales y económicos de todo un país, que obligó a la clase política a firmar un Acuerdo por la Paz
Pero hasta ahora no parece haber ningún plan oficial o propuesta opositora clara para atacar las consecuencias específicas de la pandemia sobre un problema que ya existía: un mercado laboral cada vez más inalcanzable para los jóvenes.
Bravo destacó que en Chile un factor que dificulta el acceso al trabajo a los jóvenes es “la institucionalidad laboral y las regulaciones laborales”.
“Este tipo de legislación perjudica a los jóvenes ya que al momento de tener que hacer desvinculaciones los jóvenes salen más baratos que las personas que llevan muchos años en la empresa, que son más caras de despedir”, explicó el académico.
Esta parte de la población en Chile tomó un renovado protagonismo en la escena política nacional luego que un grupo de estudiantes secundarios comenzara a evadir el pago del Metro de Santiago, el subte de la capital, los primeros días de octubre de 2019, como forma de protesta en el aumento de 30 pesos chilenos (4 centavos de dólar) en el costo del pasaje.
Esa protesta, reprimida por Carabineros, enfureció a todo el país y originó el estallido social del 18 de octubre que puso en jaque al segundo Gobierno de Sebastián Piñera y que aún marca la agenda nacional, con la elección de constituyentes este mayo.
Lo que comenzó con una evasión del subte de 80 estudiantes secundarios del Instituto Nacional, terminó en protestas y reclamos políticos, sociales y económicos de todo un país, que obligó a la clase política a firmar un Acuerdo por la Paz.
Este acuerdo logró iniciar un proceso constituyente, que empezó con el plebiscito del 25 de octubre de 2020, donde ganó el Sí a una nueva constitución, con casi el 80% de los votos.
“Muy probablemente las próximas elecciones en Chile van a tener que entregar propuestas programáticas de políticas para incentivar la contratación de jóvenes, que en este momento están paralizados, algunos de ellos incluso han dejado de buscar trabajo o están trabajando en actividades informales”, opinó el politólogo Marcelo Mella.
Por su parte, Bravo destacó que “lo que se va a decidir en Chile en esta Convención Constituyente son las nuevas reglas del juego para muchas cosas, pero en particular para el entorno económico y estas reglas del juego que van a regir son vitales para saber que va a ocurrir con el mercado laboral”.
En la Convención Constituyente “se va a jugar mucho del futuro del mercado laboral y en particular el desempeño del mercado laboral juvenil”, agregó.
Chile elegirá 155 convencionales constituyentes el 15 y 16 de mayo y los jóvenes presentaron sus propios candidatos a la Convención Constitucional, como Ignacio Cortés, el candidato más joven del país con 18 años y la promesa de “darlo vuelta todo”.