UN CÓCTEL QUE NO APORTA A LA INDUSTRIA, NI EQUIPARA DERECHOS, SÓLO BUSCA PLEITESIAS DE LA TRIBUNA
Media sanción a una ley políticamente correcta de difícil aplicación. Es lo que aprobó el Senado Nacional la semana pasada al votar el proyecto de la senadora chubutense Nancy González que establece la exigencia de cupos de género para las flotas pesqueras de Argentina.
La iniciativa que promueve un “Régimen de Promoción y Participación de las Mujeres y Diversidades en el Sector Pesquero” sorteó sin mucho análisis, y escaso nivel argumental sobre sus fundamentos, la votación en la Cámara Alta donde no hubo voces en disidencia, tal vez para no ser catalogados de ‘anti’ a políticas de género, o ante el temor de ser sometidos al escarnio público por activistas o colectivos sectoriales.
La pretendida obligación legislativa de tripular todos los barcos pesqueros del país con un 30 por ciento de mujeres y un 1 por ciento de travestis y trans género exhibe severos inconvenientes de aplicación instrumental.
En las escuelas de formación marítima no hay esos porcentajes de mujeres y trans interesados en las carreras o el oficio de trabajar en “igualdad de condiciones” que el resto de las tripulaciones de barcos.
A nadie escapa que, en 2021, hay consensos sociales sobre las políticas públicas en materia de perspectiva e igualdad de géneros, aunque ello no implica improvisar con modificar el andamiaje jurídico de las relaciones laborales y composición de dotaciones de personal sin haber hecho previamente estudios pormenorizados sobre la situación del sector, ni evaluar las necesidades y requerimientos que tienen, puntualmente, las flotas pesqueras.
El proyecto de la legisladora ultra kirchnerista Nancy Susana González no tiene ni siquiera el conocimiento ni aval de la Subsecretaría de Pesca de la Nación, cuyo titular Carlos Liberman confesó en off, ante cámaras empresariales, no tener idea de los alcances de la propuesta que ya tiene media sanción en el Congreso Nacional.
Los sindicatos marítimos aseguran que la senadora chubutense, que se jacta de fluidos vínculos con el Instituto Patria, nunca les requirió opinión, o escuchó su visión sobre la ‘progresista’ propuesta en danza.
Otro dato fáctico: ¿qué ocurrirá con las actuales tripulaciones de las embarcaciones pesqueras? Incorporar a un 31% de mujeres y trans obligaría, necesariamente, a “desembarcar” a un 31% de los actuales trabajadores de a bordo. Va de suyo que la composición de un plantel de trabajo en un barco no es antojadiza, sino que obedece a las necesidades propias del tipo de flota y las pesquerías objetivo.
¿Nancy González qué propone para el actual 31% de trabajadores embarcados que habrá que dejar en tierra desocupados? Es un interrogante que han hecho sentir desde los sindicatos marítimos apenas el Senado aprobó el proyecto que ha sido girado a la Cámara Baja.
Hoy en la Escuela Nacional de Pesca no hay ni siquiera un 5% por ciento de mujeres interesadas en cubrir puestos de esa envergadura, pero por ley se intenta obligar a las pesqueras, bajo amenaza de sanciones y multas, a que embarquen un 30% de mujeres y 1% de personas tras género.
La propuesta promete tener un tratamiento diferente en la Cámara de Diputados de la Nación, donde sindicatos y empresas pesqueras pretenden hacer oír sus posturas y explicar las implicancias que tendría, alentando incentivos y no imposiciones de imposible cumplimiento.
Con todo, la gestión de los intereses colectivos es obligación de la política. Obliga y exige la construcción de amplios consensos, ya que la imposición numérica circunstancial solo profundiza la grieta. La República tiene sobrados ejemplos de ello en la última década. El populismo berreta no consolida las instituciones ni las democracias, pues por el contrario las degrada.