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EL DESEMPEÑO DE TAREAS A BORDO DE BUQUES PESQUEROS ES UNA TAREA DE ALTO RIESGO

El proyecto de ley que recibiera la semana pasada media sanción del Senado,
respecto al establecimiento de cupos para determinados colectivos a bordo de los buques
dedicados a la pesca, representa un paso adelante en la visibilización de una problemática
que la Asociación reconoce y desea abordar y que no se restringe solo al ámbito pesquero.
No obstante, en tanto apoyamos poner en agenda este tema, entendemos que el
camino que se pretende transitar a partir de que la iniciativa tome forma de ley y comience
a ser aplicada nos conducirá a un callejón del cual solo se podrá salir por la vía de
excepciones en cada caso y no aportará a la solución de fondo de la cuestión.
Aún sin datos a la mano, está muy claro que el “mercado de oferta de profesionales
proveniente de los colectivos” está muy por debajo de la demanda que generará la
implementación de la ley, no hay integrantes de esos colectivos en cantidad suficiente para
satisfacer la demanda y el sistema no estará en condiciones de aportar las cantidades
necesarias por un plazo que para los cargos de menor responsabilidad a bordo no
demandará menos de dos o tres años y el doble o triple para los cargos de mayor
responsabilidad.
El desempeño de tareas a bordo de buques pesqueros es una tarea de alto riesgo y
así lo muestran todos los indicadores nacionales y globales y su responsabilidad es
confiada a profesionales educados en el marco de un sistema de formación creado a partir
de obligaciones que el Estado nacional asume como signatario de convenios
internacionales.
Dicho sistema, para el caso de la pesca, implica la formación inicial en escuelas de
formación que dependen del Estado o privados y que luego de un año de estudios les
permite acceder a certificados de competencia para desempeñar tareas a bordo en los
cargos de menos responsabilidad náutica (aunque no menos riesgo) y luego de años de
embarco (que se miden por días navegados denominados singladuras) acceder a la
formación de nivel superior en la Escuela Nacional de Pesca en Mar del Plata, y recién ahí
acceder al título de menor categoría en la especialidad (cubierta o máquinas) y
paulatinamente, mediante acumulación de singladuras, cursos y exámenes, transitar la
carrera.
Quiere decir esto que el personal de la pesca no es de creación instantánea sino
que requiere tiempo académico, tiempo de experiencia laboral a bordo y tiempo personal
para sostener una vida digna.
Por otro lado, reconocemos que no hay ninguna prohibición actual que impida el
acceso de los integrantes de esos colectivos al sistema de formación, lo que nos hace
pensar acerca de cuáles serán las verdaderas razones que llevan a que la solución sea
determinar cupos.
Abordando la formación y posterior embarco de miembros de esos colectivos como
un proceso (que actualmente de hecho se cumple por no existir ninguna restricción al
respecto) entendemos que la propuesta del proyecto de ley solo aborda la problemática al
final de dicho proceso y generará la interrupción de la cadena. No aborda la problemática
desde el ángulo adecuado para la solución de fondo que es la formación en sí misma,
como un proceso integral y continuo que agrega valor y dignidad a nuestros trabajadores y
trabajadoras.
A ello puede agregarse que el proyecto establece un régimen compulsivo que, en el
actual estado de desarrollo de la actividad pesquera, contradice el espíritu del régimen de
promoción que propone como incentivo para las empresas, corriendo el riesgo de
transformarse en una norma de cumplimiento imposible con un régimen sancionatorio que
seguramente será cuestionado en su legalidad. Se trata de consecuencias que podrían
evitarse y sobre las cuales las empresas deberían pronunciarse.
La verdadera solución a la problemática está en el inicio del proceso, en la entrada y
no en la salida y la política pública debería estar orientada a alentar a que mayor cantidad
de ciudadanos que componen los colectivos que el proyecto pretende privilegiar (mediante
incentivos económicos a las empresas pesqueras) accedan fácilmente al proceso de
formación, todo esto acompañado por medidas de sensibilización de las autoridades y
gestores del proceso educativo y de las empresas pero poniendo el foco en la educación
de los recursos humanos que se desempeñarán en la pesca.
El cupo será cubierto naturalmente porque a quienes ponen en riesgo su capital en
un buque pesquero les importa que el buque produzca y no quien lo hace producir en tanto
sea un profesional formado, que cuide el valor que el armador le confía y que gestione el
buque como la ley y las buenas artes marineras lo indica.
El camino es el incentivo a la educación, la facilitación del acceso a la formación, la
dignidad de nuestros trabajadores que ganen ese espacio por su capacidad competencia y
no un cupo incumplible que solo generará espacios de discrecionalidad a partir de las
excepciones.

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