Hace cinco años un peón rural encontró en un campo en la provincia del Chubut donde trabajaba un hueso que asomaba del suelo. Los dueños de la estancia dieron aviso al Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) –Unidad Asociada al CONICET – y luego de más de tres años de excavaciones, científicos del Consejo anunciaron el hallazgo de restos fósiles de al menos seis ejemplares del dinosaurio más grande conocido hasta el momento.
Recientemente, el equipo de paleontólogos del CONICET que lideró las campañas presentó la nueva especie, llamada Patagotitan mayorum, en un artículo publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society B en el que describen los restos hallados y estudian cómo fue la evolución del gigantismo en este grupo de dinosaurios.
“Se llama así por la región y por titán, que quiere decir gigante. Mayorum hace honor a la familia Mayo que son los pobladores de la zona que dieron aviso al Museo y nos recibieron en su campo mientras realizábamos las excavaciones. Encontramos más de 150 huesos sepultados en rocas del Cretácico Inferior, es decir de hace poco más de 100 millones de años. Calculamos que medía casi 40 metros de largo, su cuello 12 metros y pesaba 70 toneladas. Se han encontrado otras especies muy grandes de aproximadamente la misma edad en la Patagonia y una de las cosas que descubrimos es que estos gigantes estaban muy relacionados entre sí, pertenecen a un mismo clado -agrupación que contiene un antepasado común y todos sus descendientes-. Eso nos indica que pasó algo especial para que estas especies hayan desarrollado un gigantismo extremo. Esta familia patagónica rompió el molde”, explica Diego Pol, investigador principal del CONICET en el MEF.
En este sentido, José Luis Carballido, investigador adjunto del Consejo en el mismo Museo, aclara que si bien no pueden precisar el porqué de este aumento de tamaño creen que el mismo se relaciona con otros cambios ambientales ocurridos en ese período, como por ejemplo el aumento en la temperatura a nivel global o la diversificación de las plantas con flores, que fueron sucesos simultáneos y probablemente estén relacionados uno y otro. Un mejor clima en esas latitudes podría haber provocado una flora más rica y abundante, lo que implica mayor disponibilidad de comida y recursos alimenticios para alcanzar ese tamaño.
Los paleontólogos destacan como rasgo interesante, además de sus dimensiones, la cantidad de restos preservados. Lo más común para estas especies de gigantes es que se conozcan por fósiles muy fragmentarios como el Argentinosaurus, del que solo se conocen por una decena de huesos, o el Puertasaurus del que se conocen cuatro huesos.
“Patagotitan mayorum no solo es el más grande, sino que es de los más completos que conocemos, lo cual multiplica la importancia del hallazgo. Estos titanosaurios murieron en lo que creemos sería una planicie de inundación que son zonas anegables cercanas a los ríos. Los restos de animales que murieron ahí fueron cubiertos por sedimentos en sucesivos episodios de aumentos del caudal del río. Es un ambiente ideal para sepultar animales de este tamaño. Murieron en el lugar y los huesos no fueron transportados por ninguna corriente de agua. Sabemos que había al menos tres niveles diferentes con fósiles, lo que indica que hubo tres eventos de sepultamiento. Esto quiere decir que los animales recurrían frecuentemente a este lugar porque el modo en que fueron enterrados los fósiles indica que fueron tres momentos claramente distintos. Esta es una primera evidencia de lo que se llama fidelidad al sitio y es la primera vez que tenemos pruebas de comportamiento para un dinosaurio tan grande”, aclara Carballido.
Gracias a esta excelente preservación de los huesos de buena parte del animal (patas traseras, delanteras, parte de la cintura, columna vertebral, cuello y algunos dientes) los científicos pudieron estimar la masa corporal de la especie utilizando dos metodologías diferentes. Existen dos maneras de calcular el peso de un animal extinto, y ambas están basadas en correlaciones entre diferentes medidas y el peso de animales actuales. Una es utilizando una ecuación en dónde se necesitan las medidas de circunferencia del húmero y del fémur, que son los huesos principales de las patas anterior y posterior y por ende sostienen el cuerpo de cualquier cuadrúpedo. Cuanto más pesado sea el cuerpo es lógico que tengan que ser más robustos los miembros.
“Esta metodología está basada en animales terrestres actuales. El cuadrúpedo más grande utilizado es el elefante, que normalmente no supera las 10 toneladas. De ahí a las 70 toneladas que se calculan para Patagotitan hay una diferencia de 60 mil kilos, por lo que es importante corroborar estas estimaciones con otras metodologías. La segunda metodología se basa en la reconstrucción volumétrica del animal, para la cual se necesita generar un esqueleto digital. La enorme cantidad de material disponible de Patagotitan nos permitió reconstruir tridimensionalmente el esqueleto y mediante un software específico generar el tejido blando para así poder calcular el volumen. Con este dato y el valor de la densidad promedio de un animal se pudo estimar el peso por esta otra técnica. Lo interesante es que las estimaciones de estas dos metodologías son similares y coincidentes, lo que respalda los valores que suponíamos que tienen”, agrega Carballido.
Por su parte, Pol advierte que con estos estudios por primera vez pudieron conocer cómo era el esqueleto de estos extremos completos de gigantismo lo que sirve para empezar a estudiar cómo eran estos gigantes en vida y cómo se tuvieron que adaptar anatómicamente para soportar el peso.
El tamaño corporal en general de los Saurópodos (dinosaurios herbívoros de cuello largo) – grupo al que pertenecen los titanosaurios – se cree que está relacionado con una estrategia para evitar la predación. A mayor volumen, menor riesgo que sea predado por un dinosaurio carnívoro. El tamaño que pueden alcanzar depende de muchas variables tanto ecológicas como fisiológicas. Estos saurópodos ya tenían ciertas características que les permitían tener este tamaño, como por ejemplo una cabeza muy pequeña con respecto al cuerpo y un cuello muy largo para cubrir un área de forrajeo grande sin necesidad de trasladar el cuerpo, dado que mover sus 70 mil kilos de peso representaba un gran gasto energético.
Para ver el video haga cilck aquí.
Sobre investigación:
Diego Pol. Investigador principal. MEF.
José Carballido. Investigador adjunto. MEF.
Néstor Cúneo. Investigador principal. MEF.
Marcelo Krause. Investigador adjunto. MEF.
Alejandro Otero. Investigador adjunto. UNLP.
Ignacio Cerda. Investigador adjunto. IIPG, CONICET-UNRN.
Leonardo Salgado. Investigador principal. IIPG, CONICET-UNRN.
Alberto Garrido. Museo Provincial de Ciencias Naturales ‘Juan Olsacher’.
Jahan Ramezzani. Massachusetts Institute of Technology.