El 25 de mayo de 1810 a las 3 de la tarde, juraba en el Cabildo de Buenos Aires la Primer Junta de Gobierno integrada en su totalidad por criollos, cesando de manera definitiva la autoridad de un Virrey. Baltazar Hidalgo de Cisneros fue el último español en esa condición en la cual también cesaba el llamado Virreinato del Río de la Plata, que ahora en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata, debían comenzar una nueva forma de gobierno.
La Junta en un primer momento trató de no romper lazos con España, por lo que no se declaró independiente, sino indicó que tomaba el poder hasta la libertad del Rey Fernando VII que en ese momento, desde 1808, estaba prisionero de los franceses.
Oficialmente se llamó Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII y estaba presidida por Cornelio Saavedra, con sus secretarios, Mariano Moreno y Juan José Pasó. Los vocales eran Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matheu y Juan Larrea.
Una de las primeras medidas de la Primera Junta fue exigir juramento de obediencia; la Audiencia, el Cabildo de Buenos Aires y el Tribunal de Cuentas lo hicieron bajo protesta. Con el objetivo de incorporar al resto del virreinato al proceso revolucionario, se envió la Circular del 27 de mayo a sus ciudades y villas. El documento comunicaba el cambio de gobierno, exigía el reconocimiento y solicitaba la designación de representantes, que debían trasladarse a Buenos Aires, para integrar la Junta «Según el orden de llegada».
El 28 de mayo la Junta dictó su propio reglamento al que denominó oficialmente «Reglamento sobre el despacho y ceremonial en actos públicos de la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata». Los asuntos del gobierno se derivaron en dos secretarías: de Gobierno y Guerra, a cargo de Mariano Moreno, y de Hacienda, encomendada a Juan José Paso. Las milicias fueron transformadas en regimientos regulares, dando origen al ejército de la revolución. Reconocía el derecho a petición al declarar que todo ciudadano podía hacer conocer a la Junta sus preocupaciones en materia de seguridad y «felicidad pública».
Suele considerarse que las proclamaciones de lealtad a Fernando VII no eran reales, sino un engaño conocido como la Máscara de Fernando VII, que ocultaba las auténticas motivaciones independentistas de sus impulsores con el fin de evitar represalias. La Primera Junta funcionaría hasta Diciembre de 1810, cuando sería reemplazada por la Junta Grande.