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¿ESTÁ EL SECTOR PRIVADO EN CONDICIONES DE AFRONTAR EL DESAFÍO DE FINANCIAR OBRAS PÚBLICAS?

¿Está el sector privado en condiciones de asumir el desafío de financiar obras públicas? Y más aún, ¿cuenta la administración local con los recursos y la modernización necesaria para acelerar estos procesos?

La iniciativa de buscar financiamiento privado para obras locales surge de la necesidad imperante ante la falta de aportes significativos del gobierno nacional. En un contexto económico complicado, donde los costos de construcción se han disparado, esta estrategia podría parecer la única vía viable para continuar con el desarrollo urbano. Sin embargo, es crucial analizar si el sector privado realmente tiene la capacidad y disposición para asumir este rol.

Por un lado, los desarrolladores privados en la ciudad han demostrado una buena voluntad y predisposición para colaborar. La idea de dividir las inversiones en etapas más pequeñas, haciendo más manejable el financiamiento, parece un enfoque sensato. Esto no solo facilita la participación de múltiples inversores, sino que también distribuye el riesgo y hace posible la realización de proyectos que, de otra manera, serían inalcanzables para una sola entidad.

No obstante, el sector privado enfrenta sus propios desafíos. Los elevados costos por metro cuadrado y la incertidumbre económica han ralentizado muchos proyectos, con inversores y desarrolladores esperando un ajuste de precios que haga viable la construcción. Aunque se espera que el sinceramiento de precios por parte del gobierno nacional reactive el sector, la situación actual es de cautela y espera.

En este escenario, la pregunta no es solo si el sector privado puede, sino también si la administración local está equipada para facilitar este proceso. La modernización de las estructuras municipales, la eficiencia en los trámites y la agilidad en la aprobación de proyectos son factores cruciales. Sin un aparato administrativo modernizado y eficiente, incluso la mejor disposición del sector privado podría verse frustrada por burocracias lentas y descoordinadas.

El desafío para la administración local es doble. Primero, debe fomentar un entorno favorable para la inversión privada, lo que implica no solo incentivos económicos, sino también un marco regulatorio claro y predecible. Segundo, debe invertir en la modernización de sus propias estructuras para asegurar que los proyectos puedan avanzar sin demoras innecesarias. Esto incluye desde la digitalización de trámites hasta la mejora de la capacidad técnica del personal encargado de supervisar y aprobar los proyectos.

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