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Madryn. Un Municipio que sufre un trastorno de personalidad.

Las ciudades crecen y se desarrollan…o se inflan y explotan

Columna de opinión semanal orientada a incentivar el debate público sobre Puerto Madryn

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ARQUITECTO CARLOS ENRIQUE SANABRA

Desde 1983 vinculado a temas urbanos. Los primeros 16 años desde el ámbito público. Luego desde el ámbito privado hasta la fecha.

 

Madryn. Un Municipio que sufre un trastorno de personalidad.

 

A diario leemos en los titulares de las noticias, declaraciones de nuestros más altos funcionarios, afirmando la firme voluntad del MUNICIPIO para atraer inversiones a nuestra ciudad. Al mismo tiempo manifiestan apoyar, favorecer y potenciar las inversiones de los vecinos con el fin de generar crecimiento y desarrollo.

PERO, cuando algún vecino emprendedor pretende avanzar con nuevos proyectos reales y concretos, se encuentra que el mismo MUNICIPIO les bloquea el camino con una maraña burocrática de trámites y absurdas peticiones.

Así, mientras que los funcionarios nos presentan UN MUNICIPIO ACTIVO, AGIL Y SENCILLO, cuando empieza “el trámite” aparece UN MUNICIPIO DIFICIL, PESADO, COMPLICADO, CAPRICHOSO.

Dice una cosa, hace lo opuesto. Claro trastorno de personalidad.

El vecino que decidió avanzar con su proyecto y cumplir la legislación vigente se encuentra navegando en un mar de incertidumbres. Sus presentaciones no tienen plazo de respuesta. A veces llegan al cabo de semanas, a veces meses, a veces años, a veces no llegan.

Nunca sabe cuál es el “ultimo” papel que le piden (y mucho menos su razonabilidad). Le obligan a “trabajar” de cadete peregrinando de una oficina a otra, de un edificio a otro y en ocasiones a dirigirse a otras ciudades para conseguir el “papel” que le pidieron. Para todo tiene que pagar una “tasa” de dudosa legitimidad y de injustificado costo y nunca, pero nunca sabe cuándo termina su peregrinación.

Y el tiempo pasa al ritmo cansino del horario municipal o peor aún, dentro de ella en una estrecha franja horaria que le imponen para atenderlo. Obviamente el sentido de urgencia brilla…por su ausencia. Mientras tanto, el vecino no puede hacer nada de su proyecto. Si lo hace pasa a ser un infractor y sobre él caerán pesadas multas.

Como las ordenanzas son confusas y en muchos casos contradictorias entre ellas, el empleado de turno debe “interpretarlas” –y como no hay un criterio unificado ni fundamento técnico serio- el vecino queda atrapado e indefenso frente al criterio arbitrario del funcionario actuante.

Pero además le pueden ocurrir 2 “desgracias” adicionales

Desgracia 1

Puede ocurrir que el empleado de turno considere que el proyecto no “encuadra” en la legislación y necesita una “excepción” para su aprobación. En ese caso, el trámite comienza a recorrer el resbaladizo camino -de incierto resultado- para la sanción de una ordenanza de excepción. El vecino tendrá que visitar a los concejales, quienes le escucharan sus explicaciones. Como acá tampoco tienen plazo de respuesta, el “tratamiento” del pedido  puede llevar meses, años, o no tratarse nunca.

Pero si tuvo la fortuna de que su pedido fue tratado y aprobado, entonces su expediente será enviado al Tribunal de Faltas, quien le impondrá una multa porque su proyecto no “encuadra” en la legislación vigente. No importa si su proyecto es razonable y la legislación errada, el vecino emprendedor no es un “normal contribuyente”… es un trasgresor…y debe pagar.  Y después continuar con el trámite.

Desgracia 2

También puede ocurrir que la legislación vigente le imponga al proyecto la obligación de hacer un “estudio del impacto ambiental”. En ese caso las respuestas tampoco tienen plazo, pero la experiencia indica que serán años.

Como el Municipio no tiene ni siquiera definidas las regiones ambientales en su territorio (OBLIGACION INEXCUSABLE DEL MUNICIPIO), el vecino tendrá que invertir en un estudio que sólo unos pocos “autorizados” pueden hacer y que llevará varios meses de trabajo intensivo de diversos profesionales para presentar el “estudio ambiental”.

No importa si existen otros estudios para el mismo proyecto en la misma región ambiental. El vecino tendrá que repetirlo. Una vez presentado será “evaluado” por el Municipio –lo cual llevará más de un año- y (siempre) le pedirán estudios adicionales -de dudosa relevancia ambiental y escasa justificación-  para darle la aprobación.

A esta altura, el vecino –sino desistió por el maltrato que recibió– habrá consumido varios años de tramitación para un proyecto que seguramente ya quedo anticuado.

¿Por qué será que nuestros altos funcionarios municipales no cambian esta situación de maltrato y le ofrecen al vecino emprendedor UN MUNICIPIO ACTIVO, AGIL Y SENCILLO, TAL COMO ELLOS MISMOS PREGONAN?

 

 

 

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