Madryn

Las ciudades crecen y se desarrollan…o se inflan y explotan

Columna de opinión semanal orientada a incentivar el debate público sobre Puerto Madryn

ARQUITECTO CARLOS ENRIQUE SANABRA

Desde 1983 vinculado a temas urbanos. Los primeros 16 años desde el ámbito público. Luego desde el ámbito privado hasta la fecha.

 

Oscuros nubarrones en el futuro de Puerto Madryn.

 

Afirma Mario Vargas Llosas que la enfermedad de nuestro tiempoes la de una cultura en la que la verdad es menos importante que la apariencia

 

Santiago Kovadloff  en su libro “La nueva ignorancia” nos recuerda que en esta época se presume de aptitudes para gobernar al asociar el éxito con la astucia para parecer, reemplazando lo que no se puede ni se sabe ser.

 

Madryn no escapa a la enfermedad de nuestro tiempo. Por el contrario, en todas partes se la puede encontrar.

 

La verdad es la correspondencia entre lo que se dice y la realidad.

 

Y la realidad nos muestra una ciudad apretada, creciendo hacia el Oeste, escapando del Golfo Nuevo -hoy nuestra ciudad tiene el mismo frente marítimo que hace 40 años atrás con 6 veces más cantidad de habitantes- con el 70 % de las calles sin pavimentar, que vierte diariamente miles de litros de agua residual al Golfo Nuevo (foto), con un servicio eléctrico y sanitario –agua y cloaca- insuficiente, que no puede abastecer ni las mínimas demandas de la ciudad en funcionamiento, rodeada de asentamientos ilegales “enganchados” a los servicios públicos.

 

Nos muestra una ciudad sin plan de futuro, con una legislación urbana y ambiental irracional y prejuiciosa cuya consecuencia directa es desalentar y expulsar la sana inversión en la ciudad y al mismo tiempo desprotege el ambiente -recuérdese los recurrentes incendios en las áreas protegidas- y empequeñece la calidad urbana –diseños urbanos con elevados estándares de calidad están prohibidos-

 

También nos muestra cómo es maltratado quien pretende invertir en Madryn, cuando se le obliga a que pague exorbitantes e injustificados tributos municipales, cuando su inversión queda sujeta al capricho de un funcionario de turno o cuando la empresa Servicoop le obliga a que cargue con los costos del atraso de la infraestructura de la ciudad, exigiéndole luego que le transfiera gratuitamente las obras que ejecutó para cubrir una evidente incapacidad de la empresa -que le llaman “factibilidad”-.

 

Frente a la máquina de impedir burocrática que debe enfrentar el sano inversor, la realidad nos muestra la facilidad que tiene el mercado informal para reproducirse, a menudo con la complicidad oficial.

 

A veces -casi siempre en tiempos de “astucia” política- las apariencias engañan…

 

 

 

 

 

 

 

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