Virginia Alonso Roldán, especialista del IPEEC, forma parte del 11º Plenario de la IPBES que se desarrolla en Namibia con la participación de representantes de 147 gobiernos del mundo
La Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) presentó esta semana un nuevo informe histórico de evaluación sobre las interconexiones entre la diversidad biológica, el agua, los alimentos y la salud. Conocido como Informe Nexus, ofrece a los responsables de la toma de decisiones de todo el mundo la evaluación científica más importante realizada sobre estas complejas interconexiones y explora más de cinco docenas de opciones de respuesta específicas para maximizar los beneficios colaterales en cinco “elementos del nexo”: la diversidad biológica, el agua, los alimentos, la salud y el cambio climático.
La investigadora del Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales (IPEEC-CONICET), Virginia Alonso Roldán, fue la coordinadora de uno de los capítulos del informe: “En estos tres años coordiné trece investigadores de distintas partes del mundo, con distintos perfiles, de distintas disciplinas”, cuenta y agrega que “en este capítulo tenemos la mirada de los actores que están involucrados en la conservación, pero no está restringido solamente a estos actores, sino que también se ofrecen opciones de respuesta para distintos grupos que tienen que trabajar de forma coordinada. Entonces, no solamente apuntamos a los actores que tradicionalmente participan en la conservación, sino también, por ejemplo, aquellos que cultivan alimentos y que tienen que incorporar la biodiversidad y las funciones ecosistémicas para tener múltiples beneficios y salir airosos de estas crisis”.
Crisis interconectadas
El informe, aprobado el 16 de diciembre en la 11ª sesión del Plenario de la IPBES en Namibia, integrado por representantes de los 147 gobiernos que son miembros de la organización, es el resultado de tres años de trabajo de 165 destacados expertos internacionales de 57 países de todas las regiones del mundo. En él se concluye que las medidas existentes para abordar estos desafíos no logran abordar la complejidad de los problemas interrelacionados y dan lugar a una gobernanza inconsistente.
“El reporte aborda las crisis interconectadas de los elementos del nexo: la pérdida de biodiversidad, la inseguridad alimentaria, la provisión de agua y alimento, la salud y el cambio climático. No solamente se hace un diagnóstico del estado de estos elementos y sus interrelaciones, sino que también el informe provee posibilidades de generación de políticas y
acciones en terreno que pueden abordar estos elementos al mismo tiempo para tener múltiples impactos positivos”, explica Alonso Roldán.
El informe señala que la biodiversidad “está disminuyendo en todos los niveles, desde el global hasta el local, y en todas las regiones”. Según expresa, estas disminuciones constantes de la naturaleza, en gran medida como resultado de la actividad humana, incluido el cambio climático, tienen efectos directos y nefastos en la seguridad alimentaria y la nutrición, la calidad y disponibilidad del agua, los resultados en materia de salud y bienestar, la resiliencia al cambio climático y casi todas las demás contribuciones de la naturaleza a las personas.
El informe muestra que actualmente hay un número significativo de respuestas (a nivel político, comunitario y de políticas) disponibles para gestionar de manera sostenible la biodiversidad, el agua, los alimentos, la salud y el cambio climático, algunas de las cuales también son de bajo costo. Los autores presentan más de 70 de estas “opciones de respuesta” para ayudar a gestionar los elementos del nexo de manera sinérgica, que representan diez amplias categorías de acción. Algunos ejemplos de estas opciones de respuesta que tienen impactos ampliamente positivos en todos los elementos del nexo son: restaurar ecosistemas ricos en carbono, como bosques, suelos y manglares; gestionar la biodiversidad para reducir el riesgo de propagación de enfermedades de los animales a los seres humanos; mejorar la gestión integrada de paisajes terrestres y marinos; soluciones urbanas basadas en la naturaleza; dietas saludables sostenibles; y apoyar los sistemas alimentarios indígenas.
“Hay capítulos con distintos puntos de entrada para que los actores que tienen que implementar las respuestas se reconozcan y puedan encontrar soluciones adecuadas para contextos adecuados”, apunta la investigadora del CENPAT.
Ejemplos locales
A la hora de trasladar algunos de esos ejemplos de interconexión entre la biodiversidad, el agua, los alimentos y la salud a la zona de la comarca VIRCh-Valdés, Alonso Roldán explica: “En una región árida como la nuestra, la implementación de vegetación nativa disminuye el consumo de agua, la cual quedaría disponible para otros usos. También sabemos que la vegetación en las zonas urbanas disminuye las islas de calor, mejorando la adaptación al cambio climático. Por otro lado, conocemos que en muchas ciudades son escasas y necesarias las áreas de recreación que ayudan a mejorar la calidad de vida, específicamente la salud mental, por lo que utilizar la biodiversidad en el contexto urbano mejora también la salud de la población”.
Por otra parte, la científica del CONICET remarcó la interrelación existente entre el río Chubut, la alimentación y la salud de los ciudadanos: “En nuestra tenemos al río que, primero, irriga la zona productiva en el Valle para la producción de alimentos y luego se bebe, por lo tanto el agua se relaciona tanto con la producción de alimentos como con la salud de la ciudadanía. En eso está implicada la biodiversidad, porque muchos procesos ecológicos proveen buena calidad de agua, pero, a su vez, el cambio climático pone en peligro ese suministro de agua, tanto en calidad como en cantidad”.