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Rawson: “El viejo Paco”: entre el frío, la fe y el esfuerzo diario

En plena Semana Santa, mientras el frío cala hasta los huesos y las ventas ya no son lo que eran, los puesteros de pescado del puerto siguen firmes. Entre mates compartidos, charlas sinceras y la esperanza intacta, los trabajadores como los del puesto del “Viejo Paco” continúan resistiendo, fieles a su oficio.

“Estamos acá, como todos los años, con frío, pero con el mismo compromiso. Las ventas bajaron un 150% respecto a otros años. No hay efectivo, la gente no tiene circulante y cada vez cuesta más”, comenta uno de los vendedores, abrigado hasta las orejas. A pesar de eso, el movimiento no se detiene del todo. “Se vende menos, pero siempre algo se vende. Hay que estar, no queda otra”, agrega con resignación y algo de orgullo.

A diferencia de Buenos Aires, donde el pescado aumentó un 15%, en Mar del Plata los precios se han mantenido estables. La merluza sigue siendo el “caballito de batalla” y, por lógica del puerto, se ofrece a precios más accesibles: $1000 el kilo. “Acá por suerte no aumentó. Lo que viene de afuera, como el marisco, sí subió un poco, pero la merluza sigue firme”, explican.

El problema, coinciden, es más profundo: “Ya no existe la plata. Vivimos con tarjeta, endeudados, y seguimos tirando”. Muchos clientes ahora compran por transferencia o por redes sociales. “Hay venta online también. Nos tenemos que adaptar, porque la gente no anda con efectivo”.

A pesar del presente difícil, los trabajadores del puerto tienen esperanzas. Se ilusionan con la concreción del viejo proyecto de puestos nuevos, con baños y una mejor infraestructura. “Hace diez años nos entregaron las tierras del predio de atrás, cortaron cintas y todo, pero nunca se avanzó. Faltan fondos, nadie pone la plata. Y si alguien lo hace, quiere recuperar esa inversión de alguna forma”.

Mientras tanto, el trabajo sigue como siempre. “Nosotros pagamos nuestros impuestos, colaboramos con el municipio. Acá vamos a seguir, ya nos jubilamos y seguimos viniendo”, comenta otro de los vendedores, entre risas y un mate caliente.

Este Viernes Santo se pasó en familia, como siempre, comiendo pescado. “El pescado sigue siendo lo más económico. Hoy hicimos pescadito con puré y chicharrones. La gente se queja, pero seguimos. Somos así, los argentinos. Nos quejamos, sí, pero siempre encontramos la forma de salir adelante”.

Al cierre, una frase que resume el espíritu del lugar: “Ojalá el año que viene estemos en los puestos nuevos. Que las ventas mejoren, que mejore todo. Hay que tener fe. En Argentina, siempre tenemos fe”.

Silvina Cabrera

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